San Luis Beltrán se sacudió las sandalias para más nunca regresar
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| Iglesia Santo Domingo, Mompox |
En la biografía del santo, que fue canonizado por el papa
Clemente x en el año de 1671, no aparece reseña alguna que ratifique la célebre
frase que dijo cuando estuvo en Mompox en su labor evangelizadora. Los mismos
sacerdotes de la comunidad, a quienes una vez entreviste, consideran que la
frase obedece quizás a un enfrentamiento del santo con la comunidad, pues era
sabido, que durante el tiempo que estuvo predicando por veredas y caminos de
esa época conquistadora, fueron muchos los enfrentamientos que tuvo con los
líderes de ese entonces. Lo único cierto es que cuando salió esa vez abandonando
la iglesia y claustro de Santo Domingo, este se volvió famoso por la legendaria
frase. Su vida por el bajo Magdalena está
llena de leyendas y milagros, que sirvieron para darle a su vida el
sello de santo. Su carácter fuerte lo ratifica cuando en su celda, cuando
regresa a su natal Valencia escribe el siguiente rotulo: “si tratase de
agradecer a los hombres, no sería siervo de Dios”.Se dice también, que el agua
de la fuente de San Luis toma su nombre por las bondades milagrosas del líquido
bendito. Mompox que ha sido a través del tiempo sede de diferentes
congregaciones o comunidades eclesiásticas, pues albergó a Franciscanos,
Jesuitas, Dominicos y Eudistas, por estos días, de revuelo religioso, la
iglesia de Santo Domingo estuvo de plácemes con la llegada de unos sacerdotes vestidos con largar
túnicas y capote, que daban la sensación de parecerse a los monjes del ayer.
Eran los dominicos de la orden del santo que se limpió las sandalias para no
llevarse ni el polvo, que regresaban al rincón colonial a salpicarlo con la fe
de Cristo. El templo volvió por sus fueros, la plaza se llenó del aroma de la
fe, y las misas celebradas estuvieron a la orden del día. Sacerdotes jóvenes, con
ideas evangelizadoras de estos tiempos, dedicados a visitar veredas y, a llevar
la voz de aliento al necesitado, fueron las bases principales de esta comunidad
para continuar con el legado de su fundador. Pero el destino de esta comunidad,
que en honor al santo patrono conserva su habito, como testimonio de lo que han
sido en el tiempo, hoy, ya no están al frente de la iglesia y convento que los
cobijo por largo tiempo. Según me cuentan, el contrato
para permanecer en la calurosa Villa, se les venció, dando a entender, que para
las cosas de Dios, también hay leyes terrenales por cumplir. En las noches
oscuras de esas calles azotadas por el inclemente calor que brota del suelo, el
fantasma de unos monjes arropados de pies a cabeza ronda por el entorno de la
eterna iglesia. La frase del santo, dicen que se escucha por los rincones del
pequeño monasterio.

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