lunes, 21 de marzo de 2016

De Mompox ni el Polvo

San Luis Beltrán se sacudió las sandalias para más nunca regresar

Iglesia Santo Domingo, Mompox 

En la biografía del santo, que fue canonizado por el papa Clemente x en el año de 1671, no aparece reseña alguna que ratifique la célebre frase que dijo cuando estuvo en Mompox en su labor evangelizadora. Los mismos sacerdotes de la comunidad, a quienes una vez entreviste, consideran que la frase obedece quizás a un enfrentamiento del santo con la comunidad, pues era sabido, que durante el tiempo que estuvo predicando por veredas y caminos de esa época conquistadora, fueron muchos los enfrentamientos que tuvo con los líderes de ese entonces. Lo único cierto es que cuando salió esa vez abandonando la iglesia y claustro de Santo Domingo, este se volvió famoso por la legendaria frase. Su vida por el bajo Magdalena está  llena de leyendas y milagros, que sirvieron para darle a su vida el sello de santo. Su carácter fuerte lo ratifica cuando en su celda, cuando regresa a su natal Valencia escribe el siguiente rotulo: “si tratase de agradecer a los hombres, no sería siervo de Dios”.Se dice también, que el agua de la fuente de San Luis toma su nombre por las bondades milagrosas del líquido bendito. Mompox que ha sido a través del tiempo sede de diferentes congregaciones o comunidades eclesiásticas, pues albergó a Franciscanos, Jesuitas, Dominicos y Eudistas, por estos días, de revuelo religioso, la iglesia de Santo Domingo estuvo de plácemes con la llegada  de unos sacerdotes vestidos con largar túnicas y capote, que daban la sensación de parecerse a los monjes del ayer. Eran los dominicos de la orden del santo que se limpió las sandalias para no llevarse ni el polvo, que regresaban al rincón colonial a salpicarlo con la fe de Cristo. El templo volvió por sus fueros, la plaza se llenó del aroma de la fe, y las misas celebradas estuvieron a la orden del día. Sacerdotes jóvenes, con ideas evangelizadoras de estos tiempos, dedicados a visitar veredas y, a llevar la voz de aliento al necesitado, fueron las bases principales de esta comunidad para continuar con el legado de su fundador. Pero el destino de esta comunidad, que en honor al santo patrono conserva su habito, como testimonio de lo que han sido en el tiempo, hoy, ya no están al frente de la iglesia y convento que los cobijo por largo tiempo. Según me cuentan, el contrato para permanecer en la calurosa Villa, se les venció, dando a entender, que para las cosas de Dios, también hay leyes terrenales por cumplir. En las noches oscuras de esas calles azotadas por el inclemente calor que brota del suelo, el fantasma de unos monjes arropados de pies a cabeza ronda por el entorno de la eterna iglesia. La frase del santo, dicen que se escucha por los rincones del pequeño monasterio. 

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