Una
vez el gol de Cardona enloqueció al país y, le devolvió en ese apoteósico
instante la fe que muchos habían perdido, mi amigo Luis “velocidad” Rodríguez,
veterano fotógrafo del periódico el Heraldo, me llamo trémulo de la emoción con
el propósito de oír que pensaba sobre ese memorable triunfo donde las estrellas
se pueden agarrar con las manos. De antemano él sabe que Pekérman no es santo
de mi devoción, sencillamente, porque hasta la presente, con ese gran triunfo
incluido, la partitura del ayer, la que nos identifica, se ha perdido y, porque
aún se haya ido un mundial, esta selección tácticamente, juega un día a una
cosa, mañana a otra. Entonces, como es justo reconocer también las bondades del
técnico argentino, le dije que la estrategia para este juego le había salido
casi que perfecta. El coleccionista de la revista El Grafico, de ahí su pasión
por lo argentino, no podía creer lo que ahora ratifico de la planificación de
ese juego. Le apunto a la renovación mediante un micro ciclo y, se salió con la
suya, por lo renovado del plantel en la zona de contención, dejando solo a
James, y Cuadrado como enlace con Bacca.
Su acoplamiento para jugar sin pelota,
permitió ver a un equipo compacto donde sobresalió para superar los estragos de
la altura, el principio fundamental de la ayuda en defensa. Cuando le
empataron, sin perder la cabeza, leyó el juego para hacer los cambios que
oxigenaron el instante, para que el morocho que juega en el Nacional y, que ya
se vislumbra como estrella, le pusiera como con la mano la pelota a Cardona e
hiciera estallar de alegría a este país que nunca perdió esa fe de carbonero
que lo identifica. Una faena con fino bisturí realizada por el hombre de poco
hablar, que le permite a todos continuar soñando. Perplejo por lo que estaba oyendo,
le dije al amigo que conoce la huella de medio país por su lente mágico, que
como estábamos en Semana Santa era de justos reconocer, dándole lo que es de
Dios a Dios y, lo que es del Cesar al Cesar. Ya para terminar, quiero agradecer
a los 9.800 seguidores de este blog joven, que conserva el mismo nombre que mi
amigo Ernesto Mcauland le colocó, cuando hasta hace poco escribí para ese
importante medio. Los que me están siguiendo por esta pagina, ratifican la
fuerza que la columna en cuantos a lectores tenía, lo que me impulsa a
continuar escribiendo para Ustedes. Mil gracias.

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