Leyendo
el “último Tango” de Jorge Barraza, titulo su columna dominical con una frase,
que más bien es un indicio para librar de culpas a lo que se le avecina al
profesor Peckerman con el seleccionado patrio. “Un buen ensayo para Peckerman” dice
el encabezado. Después de referirse de la importancia de la próxima Copa
América en los Estados Unidos y, de las posibilidades de cada grupo, inicia la
plataforma de excusas para los nuestros, diciendo que los históricos no están
bien, que no juegan en sus respectivos equipos, otros están lesionados, otros
ni los miran, y algunos se fueron para la China. Es decir, estamos huérfanos de
jugadores de alto nivel, por lo tanto le aconseja reunir a nuevos jugadores y,
que esa copa, así lo entiendo, le sirva para foguear a los nuevos, con
históricos.
Mas claro no canta un gallo, el periodista de reconocida talla, le
limpia el camino para lavarse las manos si las cosas no le salen bien. La
marcada fijación o dependencia para conformar los seleccionados toma vigencia
y, se mide el resultado de acuerdo a su comportamiento en el club de origen. Es
decir, para que sea llamado a la selección, necesita ser titular. Entonces me
pregunto: ¿y si no es titular en su equipo de origen se le olvido jugar al
fútbol? ¿Acaso no entrena y corre en las sesiones diarias de entreno? Más bien,
explote las fortalezas del jugador ávido de fútbol, de ese que está sentado en
la banca esperando la oportunidad, estimule su auto estima, y no lo acompleje
ratificando la teoría de la dependencia. La Copa América no es un bocadillo de
diversión, estamos cansados de esa excusa, el país necesita ver un equipo
sólido, con deseos de ganar y ser protagonista. Nada de ensayos señor Peckerman,
esa época pertenece al pasado, cuando ni siquiera teníamos identidad. La
realidad de nuestro fútbol hoy es otra, Usted la conoce, queremos resultados.

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