Johan Cruyff
Corría
el año de 1987 y, por esas cosas de la vida, cuando andaba imbuido en el mundo
fascinante del baloncesto, me encontraba sentado en las gradas del Palacio de
los Deportes de Madrid, observando una versión más de este agresivo juego, que
tenía como atractivo la presencia del mítico entrenador Bob Night considerado
el mejor del mundo, perfumando el ambiente con sus charlas sobre la manera de
jugar este deporte a presión. Durante todo el tiempo enriqueció el tablero de
apuntes sobre este Corría
el año de 1987 y, por esas cosas de la vida, cuando andaba imbuido en el mundo
fascinante del baloncesto, me encontraba sentado en las gradas del Palacio de
los Deportes de Madrid, observando una versión más de este agresivo juego, que
tenía como atractivo la presencia del mítico entrenador Bob Night considerado
el mejor del mundo, perfumando el ambiente con sus charlas sobre la manera de
jugar este deporte a presión. Durante todo el tiempo enriqueció el tablero de
apuntes sobre este concepto aplicado para siempre ganar. Defender en todo el
campo, con la idea de buscar la ofensividad, era el único patrón del instante.
Las zonas presionantes y las individuales de equipo, tenían como única misión
defender para atacar desde cualquier lugar del maderamen. Rodeado de
entrenadores de distintos lugares del mundo, lo sorpresivo era que en las
gradas, mientras el irascible Nigth hablaba, un emblemático del fútbol se
sentaba en silencio, con un cuaderno en la mano a tomar notas como un cristiano
más, era el gran Johan Cruyff, que
siempre al final, rodeado de fotógrafos y periodistas, confesaba que el
baloncesto le ayudaba a nutrir los conceptos del juego a presión. Aproveche la
ocasión para manifestarle que estaba escribiendo un libro sobre esos conceptos
venidos del baloncesto, y que pensaba llamarle FUTBOL PRESSING DEL BALONCESTO
AL FUTBOL. En una taberna cerca de la estación del metro, identificada como
Almagro, le pedí me contara la historia de Rinus Michel con la Naranja Mecánica
y, su estadía en la Universidad de San Joseph, viendo baloncesto con esta
partitura, para aplicarla a ese equipo naranja que cambio el esquema mundial de
jugar y, cuyo protagonista era él. Analista de los métodos tácticos, alejado
por completo del lado oscuro de la defensa, fortalecía su esquema ofensivo con
las raíces propias del baloncesto a presión. Su presencia en ese coliseo,
cuando la gloria del ayer lo había arropado para convertirlo en un
extraordinario estratega, ratifican que las bondades del baloncesto a presión
le cambiaron la forma de jugar a este apasionante deporte. Salpicado por la
partitura venida del maderamen, la táctica, que es también la inteligencia del
juego, el futbol jugado de esa manera exalta también el talento, para
convertirlo en magia. El Barcelona, cuna de su filosofía es una muestra
palpable de esa manera de jugar. Esa vez me vine con el libro dándome vuelta en
la cabeza y, con el sueño si tenía un hijo varón llevaría el nombre de Johan,
en honora mis ancestros y, a ese jugador holandés que se nos adelantó en el
camino, para convertirse en leyenda.

















