viernes, 23 de diciembre de 2016

Cuento de Navidad


Las flores en el jardín, que para esa época de navidad cultivaba con esmerada pasión, estaban más hermosas que nunca. Los pétalos de las rosas se habían abierto y miraban hacía el sol, dejando que sus bellos colores tomaran la tonalidad de las rosas que le hablan al amor. Eran rojas, blancas y rosadas, algunas permanecían dormidas, con sus botones aún cerrados, pero las hojas y el tallo se veían firmes con su eterno color verde. Era un rosal de pequeñas proporciones cuidado con esmero. Había aprendido el oficio contemplando a la tía-abuela- desde que era muy niño. El jardín encantado estaba ubicado el patio de la casa, una casa con corredores anchos y simétricos que se engalanaban con el encanto de las flores cultivadas con pasión. 

El día que la abuela, cuyo nombre era Otilia murió, Antonio, el menor de la dinastía, prometió cuidar el rosal para que la abuela tuviera siempre flores en su tumba. Se había muerto el 24 de Diciembre de 1950, la encontraron muerta en el jardín, sentada en su banquito, en la mano tenía las tijeras y unas rosas de color blanco que acababa de cortar, se murió sin decir nada, como se mueren los viejos cuando tienen seco el corazón. Antonio, que había aprendido de ella a cultivar la pasión por la lectura, a conocer la historia de tiempos idos, estampas que le sirvieron para agudizar su imaginación, legado que le sirvió para caminar por el sendero de las letras y las arengas en los estrados judiciales, consideró, como un deber cuidar y cultivar el jardín que aún conservaba el aroma de los recuerdos. Había recibido de sus manos la ternura y la generosidad, desde aquel día cuando quedo huérfano y se fue a vivir al lado de ella. 

La nostalgia y el dolor de ausencias se mitigaron en sus brazos arrugados llenos de calor. La navidad para Antonio estuvo siempre arropada por el olor inconfundible de las rosas recién cortadas. Era un rito que la anciana comenzaba a realizar con los primeros rayos del sol, cuando aún el roció de la madrugada se perdía por los tejados y los rincones de la casa. Las cortaba y las iba colocando en unos floreros de cristal, invadiendo la casa de flores y espinas, que sin darse cuenta, cuando los villancicos invadían el recinto, la casa parecía un jardín colgante suspendida entre el sopor del instante. El jardín extraña las manos dulces tibias y tiernas de la abuela, pero aun así, como un misterio sin aclarar, el aroma del ayer está intacto, por eso, Antonio fiel a la promesa le lleva las flores al cementerio todo los 24 de Diciembre.

FELIZ NAVIDAD.

sábado, 3 de diciembre de 2016

La vela en el camerino

Crédito:AFP
Parecía que estuvieran despidiendo a soldados que venían de la guerra. Los ataúdes tenían el mismo color, y estaban situados en la pista del aeropuerto ante la mirada impávida y el corazón apretado de miles de personas que los despedían con lágrimas en los ojos y ramos de flores blancas. Una salva de disparos completó el lienzo doloroso e inolvidable, los héroes que se metieron en el corazón de este pueblo tan ávido de cosas buenas, iban en busca de la tierra prometida para descansar por siempre en paz. 

Nunca antes el dolor se había asomado a la ventana con la intención de sacar lo bueno de este país, fue como una catarsis colectiva que desnudó la sensibilidad de un pueblo represado por la indolencia. El pueblo antioqueño le dio una lección al mundo con su talante incomparable y de paso nos dijo a todos, que las lágrimas también purifican el alma. Los verdes de Chapetoc, que por coincidencia de la vida, tienen el mismo color de su noble rival El Nacional, fueron por esas cosas inexplicables a buscar el camino de la eternidad en ese valle cautivador rodeado también de verdes montañas. La vela en el camerino, en ese lugar sagrado donde se cocinan los anhelos, los sueños y las súplicas, permaneció prendida sin nunca apagarse. 

En un rincón de ese sitio aromado con la esencia de los linimentos y el sudor de los gladiadores, después de la arenga del jefe de la tribu, arrodillados la prendieron todos, porque este equipo tenía en sus venas el sabor y la pimienta de la samba, pero sobre todo un aditivo especial que lo hacía diferente: tenía fuego en el corazón. El rincón encendido poseía el encanto de los altares improvisados, las estampas de los santos y las mil vírgenes, con el olor de los pétalos de las flores, dormirán para siempre en ese sitio que empieza a teñirse con luz angelical, como muestra inequívoca de unos guerreros que un día partieron en busca de la gloria.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

El espejismo se desvaneció


La visión quimera, la fantasía, la ilusión, se desmorono, para que de un tajo, se destapara lo que había permanecido oculto por esos caprichos inexplicables del fútbol, que te permiten avanzar gracias a los números, a los resultados mentirosos, porque de solidez táctica, era poco o nada lo que se estaba viendo. Aun así, la alegría desbordada, era el elixir que mantenía viva la esperanza, hasta que ya no se pudo más, para que el detonador estallara y mostrara la realidad que hace ratos se vislumbraba. Ganaba, pero no jugaba bien, un ponqué peligroso que se convirtió en el común denominador de las últimas presentaciones de los dirigidos por Peckerman. 

La euforia comandada por micrófonos mentirosos le ponía mordazas a quienes desde la otra orilla criticaban la falta de oficio de la selección, calificándolos de francotiradores. La tropa Argentina es intocable para muchos. La presentación contra la desgastada y taciturna Argentina, prendió las alarmas sobre las garrafales equivocaciones de Peckerman, tanto en la escogencia de sus jugadores, como en la dirección de su equipo. Improvisando, dejando en el banco al de las ideas, ejecutando cambios equivocados, y sobre todo, continuar jugando a nada, porque nuestra selección no tiene oficio, juega sin idea táctica que le permita arropar el instante cuando la noche es negra. Los equipos con oficio llevan esta partitura adherida a la piel. Nuestra selección en estos momentos es un barco a la deriva en su accionar de conjunto, es tan grave su accionar colectiva, que le ha mojado la pólvora a los atacantes colombianos, su fútbol sin ideas ha hecho que nuestros artilleros deambulen como animas en pena en el territorio de ellos. Señor, Peckerman, Su selección, esa que Ud esconde hasta el delirio, que pone y quita jugadores como si estuvieran en feria de exposición, es una colcha de retazos. 

Yo siempre he creído que el conductor del barco, es el responsable absoluto de lo que en el suceda, no sé qué estará pensando Ud., ni mucho menos los directivos, en este caso el Doctor Ramón Jesurun, como presidente de La Federación, lo único cierto es y, eso se lo puedo asegurar estadísticamente, que si el técnico fuera de los nuestros, es decir colombiano, hoy dejaría de serlo. Para resumir esta debacle, que desde hace ratos se veía venir, hoy, no solo no ganamos, sino que se nos olvidó jugar al fútbol. EL ESPEJISMO SE DESVANECIÓ.

sábado, 12 de noviembre de 2016

El castillo se desmorona

Selección Colombia en la era de Maturana
Ataviado con los recuerdos del ayer, viviendo casi en la clandestinidad por razones de su nuevo oficio, que nada tiene que ver con lo que ha sido su pasión, Francisco Maturana, el gestor del fútbol con oficio, aquel que seducía, cuya partitura le dio un sentido de pertenencia para bautizarlo con pinceladas mágicas inolvidables, mantiene con este servidor un dialogo sincero y directo sobre el escenario desértico de este desconocido presente de nuestra selección. Respetuoso, pero con la verdad en la mano hemos desmenuzado los aciertos y altibajos de este grupo de excelentes jugadores al mando de la tropa argentina. Todas ellas, para no catalogarlo de “francotirador” como asegura con su parsimonia reconocida para hablar, las he guardado en el tintero, sencillamente, por respeto al que he considerado el mejor entrenador que ha tenido este país. Pero ahora que el castillo se desmorona ante la mirada impávida de muchos, le escribí, a mi modo, con mi estilo, sobre este presente aterrador, con el propósito de oír la voz del erudito, y su respuesta en la adversidad, fue esa misma que lo ha distinguido como el caballero del talante diferente en este país de víboras.

“Hola Pacho. La estampa amarilla de esa noble hinchada comienza a despertar de ese letargo a que ha sido sometida a expensas de la realidad inocultable de hoy. El espejismo se derrumba para mostrar la verdad que han querido ocultar. Los francotiradores ya no se cuentan con los dedos de la mano. Las voces del inconformismo se asoman clamando por las notas extraviadas del ayer. Esas tonadas que aún se escuchan ausentes de ese pasado escrito con letras doradas, perdidos en la aridez de este presente aterrador. Ni un asomo de la magia sustentada como partitura de aquellos días cuando el director de la orquesta eras tú. Duele más cuando este desolado instante lo quieren maquillar detrás de un micrófono de alta sintonía, mentiroso y embaucador. El silencio de la mancha amarilla en ese estadio que conoces bien, es una muestra palpable del inconformismo de un pueblo que ama el fútbol cuando este esta poseído de ese aroma inexplicable que brota del alma y el corazón. Lo de hoy se asemeja a una colcha de retazos. El espíritu del ayer sigue untado en la piel. Solo eso nos queda. Un abrazo.”

“Hola José. Un saludo, me siento como un huérfano, o un viudo privilegiado al sentir con tanta claridad y belleza literaria denuncias de este momento, y me emociono con ello, son unas aspirinas que no tienen el común para mitigar”.

sábado, 29 de octubre de 2016

Pambelé, el mejor de todos


El cinturón que lo acreditaba como el mejor welter del mundo no se sabe dónde termino en esos tiempos en que para el negro de ébano la noche no tenía fin. Dicen los entendidos en estas cosas que lo mismo sucedió con el anillo que le dieron para sembrarlo para siempre en ese hall famoso donde muy pocos llegan. El negro de palenque con esa rubrica de oro le estaban diciendo que era el mejor de todos en el ensogado de los welters. Pero eso poco o nada le interesaba, su vida estaba sumida en el laberinto de las ideas inconclusas, en los nubarrones que deja la mente cuando se alcanza la gloria y no estás preparado para soportar los estragos de la soledad cuando el delirio de la fama te arropa sin compasión y se esfuma sin darnos cuenta. Aquella vez, cuando el país se despertó con el goce de un campeón del mundo que nadie conocía, un negro de contextura de hierro, se había ganado en Panamá el fajón que le colocan a los boxeadores cuando son campeones en su categoría, ese conque alcanzó la gloria se la había perdido y, hoy cuando las canas y las arrugas no han pasado en vano, un grupo de empresarios y amigos le hacen una réplica de aquel fajón donde dejo pegada la piel y el corazón, para recordarle que él ha sido el más grande deportista que ha tenido este país, así el camino de la droga haya sido un infierno superado.

El himno de este país salpicado por los desafueros del narcotráfico, en esa época cuando los capos gobernaban, las notas melodiosas del símbolo de la patria en esas madrugadas eternas la figura del negro estacionado en la esquina del cuadrilátero, con la mirada perdida en los vericuetos de su propia imaginación, la piel brillante por el sudor y, el rostro enfurecido como los gladiadores de antaño, se convirtieron en un paliativo inexplicable que hacían estremecer el alma y, le arrancaban lágrimas al corazón para convertirse a merced de sus puños en lo único bueno por mostrar en esa época turbulenta. Les gano a todos allende el mar, por eso le enviaron el anillo que solo se lo dan a los que caminan por la excelencia, cuando la noticia le llego  le importó un bledo, él sabía que era el mejor, pregúntenle a los que le gano con su puño demoledor, Recostado en mi hamaca arrullado por el rumor del mar, recordé su estampa y el sonido de su demoledor impacto con su guante sagrado, era el golpe de gloria que lo arropó para colocarlo en el panteón de los inmortales.

martes, 25 de octubre de 2016

La Casa de Sierpe


En una velada en compañía de David Ernesto Peñas en la nostálgica Mompox, mi entrañable amigo que una vez quizás sin proponérselo se montó en el barco de la ausencia para alejarse físicamente de su terruño inolvidable, floto la idea de escribir en un formato novelesco la vida y obra del abuelo historiador Don Pedro Salzedo DEL Villar. Acababa de escribir un libro sobre cuentos al que mi amigo le había escrito el prólogo y, le parecía que era el momento de embarcarme en dicha tarea. La idea navegó por el mar de los sueños e ilusiones, hasta que llego a puerto seguro consolidándose como una novela con el sello de la editora Collage Editores y, el buen oficio de Álvaro Suescun. La Casa de la Sierpe fue el título que le coloque a la novela, pues fue en ese claustro espiritual donde se tejió la historia de quien es considerado el historiador insigne de ese terruño cargado de historia y de blasones. Pero voy a dejar esta vez que sean unos apartes del prólogo de la misma escrito por el historiador Oscar Arquez Van-Strhlen y, el relato al pie de la contraportada del libro reseñado por el periodista y escritor Andrés Salcedo, los que den algunas luces del contenido de esta zaga histórica escrita con el propósito de no olvidar quienes somos y de dónde venimos. 

“Esta es una novela histórica biográfica que recoge algunos aspectos esenciales del pasado colonial de una ciudad colonial, blasonada con las reliquias de la historia, que contribuyó de gran manera al desarrollo económico de nuestro país. Escrita por un acto de fe en esa ciudad que vive en los pensamientos, en la cotidianidad y en los relatos y columnas periodísticas de José Deyongh Salzedo, en un intento feliz para evitar que el olvido de adueñe de los reconocimientos a la hidalguía de nuestros ancestros, para conocernos más y mejor”.OAVS. 

En la contraportada del libro dice Andrés: 
“En multitud de escritos José ha hablado de Mompox, uno de los puertos fluviales más bellos de América, ciudad con ínfulas virreinales, traicionada por un río veleidoso, soberbia entre los casquetes de su propia ruina. Todos tenemos una ciudad que amamos, y en la que nos gustaría vivir el resto de nuestros días. Esa ciudad ideal- idealizada- no siempre es aquella donde nacemos. Una ciudad nos conquista porque nos atrae su música interior. O por la forma en que aman y miran sus mujeres, o por el aire cargado de frutas cuando atardece. En esta novela mi pariente Jose Deyonh Salzedo merece el reconocimiento de todos los que amamos y amaremos por siempre a Mompox”. 

Espero, David Ernesto, puedas acompañarme al lanzamiento de este otro sueño que un día nació en tu recinto, invitación que adelanto a todos mis amigos, esperando anunciar la fecha del reconocimiento, pues la velada se realizara en la emblemática Cueva.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Nairo, guerrero , inmenso de corazón


La mañana del verde oliva de las montañas de Boyacá, esas que bordean el entorno donde  un hijo de esa tierra  nació para convertirse con el paso del tiempo en símbolo nacional, tenían el mismo aroma de siempre, un aire cargado con el néctar de las frutas y flores del campo. En ese altiplano el gran Nairo ya es el rey de la comarca. El olor a pan de la mañana y, el vapor de la olla que cocinaba el típico sancocho  boyacense, se metía por los rincones de la casa paternal de este nuevo ídolo que tiene paralizado al país con la franela roja de líder que se puso hace unos días en la cotizada vuelta España y, que hoy la defiende a morir por escasos minutos de diferencia con su más enconado rival como lo es el flemático Fromme. El ágape estaba servido en la casa donde Nairo dio sus primeros pedalazos, a ella llegaron desde temprano todos aquellos que quisieron untarse con la gloria de este gladiador de rostro imperturbable, corto de palabra, pero inmenso de corazón, que montado en su caballito de acero se asemeja a un incansable robot. Desde que tomo el liderato, dijo que eso le pertenecía y, lo iba a defender a capa y espada. Y nada altero su promesa, esta vez como los guerreros que juran vencer o morir, luchó contra viento y marea para subir al pódium de jazmines y rosas cada vez que una etapa terminaba. El camino que una vez señaló el jardinerito de Fusagasugá con sus triunfos épicos cuando apenas la historia de los escarabajos se comenzaba a escribir en los rotativos del mundo europeo, este diamante que ya tiene el brillo de las joyas costosas, se ha subido varias veces al pódium de las grandes vueltas en el viejo continente, para convertirse desde ya como el pedalista de mayor futuro en el concierto mundial. Cuando la última etapa de montaña anunciaba la encarnizada lucha con el larguirucho inglés, con una ventaja que había llegado a su mínima expresión en el sufrido crono, donde el gran Nairo perdió minutos preciosos, esta última y mítica escalada paralizó al país, como en aquellos tiempos cuando el ciclismo era el deporte nacional. Entonces, el país entero lloró de alegría, de emoción, cada vez que Nairo aparecía en pantalla marcando el paso en su caballito de acero, con ese estilo inconfundible que le ha dado la vuela al mundo, donde da la sensación que nada lo molesta, nada lo perturba. Ese final a la sombra del infatigable Fromme, defendiendo a muerte, la ventaja que lo acreditaba como líder de la vuelta quedara grabada en la retina de este país hoy polarizado por un Si o un No. El canto de júbilo viajo por la verdes montañas del paisaje inalterable donde Nairo creció, cuando el hijo de esas tierras que llenan de cicatrices las manos de quienes las cultivan, en una demostración de poderío le dijo a su más encopetado rival a escasos metros de la raya final, ¡permiso que aquí voy yo! Nairo entraste en el libro de las hazañas que se escriben con letras doradas.    

lunes, 8 de agosto de 2016

Simplemente Mayra


La última vez que te vi, estabas completamente vestida de rojo, un rojo subido que realzaba la tersura de tu piel blanca, de tus bellos ojos negros, de tu cabello tan brillante como las aceitunas negras del valle Toledano. Te veías radiante y, tu sonrisa dibujaba la alegría de tu corazón cada vez que por casualidad nos encontrábamos a la vera del camino, no podría descifrar esos instantes poseídos de recuerdos que perduran para siempre, cada vez que repasábamos la historia de aquellos tiempos cuando asidos de la mano y del corazón comenzamos a caminar por el sendero de la vida. Recuerdos imperecederos que se llevan en el alma y, se esconden para quedarse ahí para siempre, eran los efectos de esa amistad que se fraguo en el portal de tu casa para quedar untada en la piel como un bálsamo catalizador que nos ayudó a soportar los estragos del tiempo. Momento duro e indescriptible también cuando hace apenas unos días me entere que te habías ido para siempre sin decir nada, dejándonos a quienes fuimos tus amigos con las manos vacías y el corazón arrugado. Llegue a esa última cita a darte el último adiós con un nudo en la garganta y un mutismo desconsolador para ocultar las ganas de llorar que se siente cuando te tienes que despedir para siempre de un amigo que llevas en el alma. Me fui rápido, sin decir nada, para ahogar mi llanto en silencio e inundar mi espíritu de esos alegres momentos que la vida nos deparo y, aliviar con tu eterna sonrisa la nostalgia del instante. Miguel, amigo del alma y protagonista también de esos tiempos idos, con el corazón dolido me dijo con la voz quebrada al oído, “tenemos que tomarnos unos tragos para vaciar el corazón de esta nostalgia que hoy nos arropa”. Lo estoy esperando.

jueves, 4 de agosto de 2016

Glorias de Mompox. Por Pedro Salcedo



Escondido en el baúl de los recuerdos, como la mayoría de hechos y sucesos acaecidos en la vieja Villa de Mompox, cuna de heroicas gestas a favor de la libertad del yugo español, apareció en hora buena, a escasos días de celebrarse la conmemoración del bicentenario de nuestra independencia, el libro-folleto escrito por mi abuelo en el año de 1887, titulado, GLORIAS DE MOMPOX, que no es más qué una elocuente y valiosísima reseña histórica, escrita en él más puro de los lenguajes, en defensa de los actos heroicos del noble pueblo en aquella época, y que hoy toman protagonismo con motivo del bicentenario independista. Menciona el viejo abuelo los hechos ocurridos con motivo del primer grito de independencia, dado en Mompox el 6 de agosto de 1810, las disputas con Cartagena por dicha proclamación y la reafirmación del protagonismo de los valerosos momposinos en la gesta libertadora. 

Por su extensión, como es lógico, solo reseñaré algunos apartes de esta obra inédita, no sin antes agradecer a los académicos historiadores momposinos, señor Oscar Arques Vannestrales y Ernesto Jaramillo, su interés de buscar con la lámpara de Diógenes, esta obra guardada en el olvido. 


“La gloria de un pueblo adquirida por las virtudes de sus hijos y valor de sus héroes, y a precio de la sangre de sus mártires, no es fácil destruirla. La historia, depósito del pasado, llevará a los venturosos años las que son de Mompox grandes memorias. Más si ella faltare aquí a su sagrado deber, no por ello habían de perecer en la eterna noche del olvido, quedarán corazones de recto proceder que las guardarán en su fondo y lenguas que las publicarán donde quiera.” 

Mompox Marzo 16 de 1887 
Pedro Salzedo Del Villar


INTRODUCCIÓN 
MAGNI PRAESENCIA VERI VIRGILIO 

Al honrar nuestro escrito principiando por estas palabras del inmortal poeta de la Eneida hemos querido significar el deseo sincero que nos mueve. El amor a la verdad es lo que nos pone hoy en la necesidad de escribir, dura para nosotros; más ella nos guía, lumbre qué más se enciende, cuanto más se sopla en ella, en las oscuridades del error, resplandece siempre iluminándolo todo, haciéndolas desaparecer a sus destellos maravillosos, como las tinieblas huyen a la vuelta del sol. Con razón el sublime fundador de la Academia la llamó cuerpo cuya sombra es la ley. “Los que ocultan la verdad son unos como ateos”. Nosotros no temeremos a la sentencia de Sócrates. 

Desde qué leímos el capítulo qué empieza, “DESAVENENCIAS CON MOMPOX”, en el cuaderno titulado “CARTAGENA Y SUS CERCANIAS” , formamos el propósito de replicar, porque hallamos en aquellos renglones mucha falta de verdad. Si por ajenas causas diferimos para otra ocasión defender el derecho y el nombre de ciudad valerosa, como lo hemos hecho en pasadas oportunidades, venido a nuestras manos un nuevo libro con el título LOS MARTIRES DE CARTAGENA, qué contiene apuntes biográficos de las ilustres víctimas del 24 de febrero, y viendo en los que tocan al coronel Pantaleón Germán Ribón, caudillo de las armas de Mompox en la famosa contienda, qué más qué noticia de nuestro prócer, es ocasión aprovechada para injustos reproches, pues en ellos están reproducidos inoportunamente algunos apartes del capítulo qué dejamos citado, aumentándoles con nuevos conceptos no menos desfavorables al nombre de nuestros padres, y que rebajan el mérito y la gloria verdadera de este pueblo, nos hemos decidido a escribir la intentada refutación. 

Temerosos a la vez de creernos nosotros mismos responsables de aquellas opiniones, si como podemos, no las impugnáramos, de las inexactitudes de que desgraciadamente adolecen las enunciadas publicaciones, con la anhelada esperanza también de que ellas se corrijan, no dejaremos ya de cumplir nuestro deber. Ellas “revisten carácter histórico “, dice su autor. Más la historia ha de ser verídica e imparcial, para que no falte a la imprescindible obligación de su sagrado magisterio. Al contar el pasado, no olvidemos esta urgente necesidad, ni paguemos tampoco tributo a la pasión, para poder decir repitiendo a Teopompo de Quio, como lo hizo el historiador lisbonés al empezar el prólogo de su mejor obra, “Si buscas la verdad, yo te convido a que la leas”. 
Goethe, el gran genio alemán, en el libro de “Los Pensamientos”, nos ha dejado dicho entre sus máximas y reflexiones, “el historiador tiene dos deberes que llenar, uno para con el mismo, el otro para con el lector, debe examinar, prescindiendo de él, con cuidado, lo que puede suceder, y en cuanto al lector, establecer sólidamente lo que ha sucedido”. 

Cuando narró las guerras de sus compatriotas contra los Persas, Heródoto, mirado como el padre de la historia, no calló, entre las causas de aquéllas, ni la intriga de Demócedes, ni la traición de Aristagore; y Tuucídides al escribir su historia “de la guerra del Peloponeso·”, una de las obras maestras de la antigüedad, no se desdeñó de dar su mérito a los espartanos y encumbrar su fabuloso valor en la defensa de Esfacteria, y alabó las cualidades guerreras de su propio antagonista vencedor en la Tracia. Quien oculta la verdad, niega la justicia.

DICE EL CAPITULO DE LAS DESAVENENCIAS.


“Mompox es una ciudad benemérita que durante la guerra de independencia contribuyó con sus sacrificios a la obra de la emancipación, los momposinos todos son guardianes celosos de estas glorias, y este sentimiento ha sido explotado por lo que, ya consolidada la independencia, había deseado obtener los favores de ese generoso pueblo. Con tal propósito, ciertos individuos, han pretendido hacer creer, que la ciudad donde primero se inició la independencia fue Mompox, pero esto no pasa de ser una invención”. 

Todos sabemos, y sería ingratitud no reconocerlo así, que la iniciativa de la independencia nació del memorable alzamiento popular de 1781, y es a Galán, el célebre comunero, a quien se debe el primero, esta heroica manifestación. La humorada artificiosa del señor Urueta, (que así llamaremos, para no calificarla de otro modo), de opinar como lo ha hecho a cerca de la suma candidez de nosotros, le dio paso a tomar intencionadamente por insustanciales condiciones la genial bondad y desapego de este pueblo; más no ha advertido, olvidándose de tácito, que su mal encubierto disimulo, más bien perjudica a su concepto. Los muchos testimonios que citamos aquí para rebatir los errores históricos, y la pasión manifiesta del expresado autor, son todos de personas idóneas, y que por sus merecimientos, su respetabilidad y elevada posición no necesitaron de lisonjear a los incautos momposinos, para explotar a favor de ella, su celo por las glorias de la ciudad Valerosa. 

Empezaremos por hacer notar que el señor Urueta, incurre en sus dos referidas publicaciones, en contradicciones, en que quizás no ha reparado, por ser ambas inexactas aserciones. 

“”El 20 de julio de 1810 en Santafé de Bogotá, se verificó la revolución contra las autoridades españolas establecidas allí, y se formó una junta de gobierno que asumió la dirección de los asuntos públicos, reconociendo a Fernando VII como monarca, y al Concejo de Regencia, como representante de éste, mientras durase la cautividad del Rey. La noticia de este suceso llegó 
a Mompox y allí, inmediatamente reunido el Cabildo se adhirió al pronunciamiento de Santafé. (6 de agosto de 1810).” 

Esto dice en su primer cuaderno, y en la otra publicación se expresa de este modo; 

“Al saberse en Mompox, que en Bogotá, había ocurrido un movimiento revolucionario, que daba en tierra con la autoridad del Virrey, y que la Junta de Santafé invitaba a las Provincias a que enviaran a sus representantes, cierto partido compuesto de hombres a quien mortificaba recibir órdenes de otros, a quienes consideraban sus iguales, resolvió independizar el Corregimiento de Mompoix, del cantón capitular de Cartagena, verificándose tal hecho el 6 de agosto de 1810.” 

En Mompox el 6 de agosto de 1810 el Cabildo y el pueblo, PROCLAMARON LA INDEPENDENCIA ABSOLUTA DE LA ESPAÑA. Si esta revolución no tuvo el patriótico móvil de una separación de la Metrópoli y de la santa libertad, como en aquel glorioso día los Capitulares de la Villa inscribieron en sus escarapelas el sublime de Dios y la Independencia, elocuentes palabras con que el grande anciano de Ferney bendijo al nieto de Franklin, cuando este egregio libertador americano preséntaselo al sabio filósofo para que le inspirase el espíritu más conveniente. 

José María Gutiérrez. El bravo tribuno, apellidado “El Fogoso” en el Cabildo ordinario del 9 de agosto de 1810, dijo así en su enérgico discurso que empezó con estas palabras del salmista, ·”Laqueus contritus est et nos liberati sumus. Estamos en el tiempo de expresar las cosas con las palabras que las significan. Ya no somos esclavos, somos libres, algo más que libres, y por lo mismo nadie deberá extrañar el lenguaje de claridad con que me enuncio. 

En la reunión del 10 de agosto de 1810, mirando el “Fogoso” en el gran cuadro al óleo que adornaba la sala del ayuntamiento, y que representaba las armas de Castilla, exclamó. “No me parece señores, decoroso que en esta sala que hoy debemos de mirar como el sagrario de los derechos de este 
pueblo, nos rodeen aún las imágenes de dependencia y de la esclavitud. Yo pido que se borren de este cuadro las armas de la nación que nos oprimía, que sobre esos mundos y al lado de esa hermosa americana, símbolo de nuestro reino, se pinte a la liberad restituyendo a las columnas de Hércules, arrancando así trescientos años por las manos de la usurpación y el despotismo. A los pies de la imagen de la libertad pueden ir las cadenas de nuestros mayores tiranos, y en el aire algunos genios coronando de flores las de nuestras víctimas más memorables”. 

Estas bellísimas palabras bastaran por sí solas para convencer al más reacio, de que si es verdad que el 6 de agosto de 1810, rompió Mompox los lazos del vasallaje colonial, declarando su absoluta independencia. Y si hemos de creer a aquellos dos preclaros ciudadanos, a quien el pueblo momposino aclamó en el primer día de su gloria, vocales de su ilustre ayuntamiento, habremos de creer también, que no fue aquel suceso un acto de despecho, ni de ruines pasiones. 

Al termino de este capítulo donde el abuelo relata con hechos contundentes, que si fue Mompox la primera ciudad en dar ese grito de independencia, termina con algunos rasgos de la biografía que publicó “ la Bagatela”, el célebre periódico de Antonio Nariño, y que así se lee, “En estos días de delicias para Gutiérrez en su elevada posición de maestro de la juventud, y jefe de un establecimiento importante (1), aparece la aurora del 6 de agosto de 1810, anunciando la trasformación política y el imperio de la libertad” Esto dijera en 1811 el libertador de Cundinamarca. (1) El doctor José María Gutiérrez, era rector del colegio Universidad de San Pedro Apóstol. 



CAPITULO VII
EN DEFENSA DE LOS VALEROSOS MOMPOSINOS.

En el capítulo VII del mismo libro, refiriéndose a los inicios de la campaña libertadora, el historiador se refiere a quienes quisieron desconocer la participación de Mompox en la mencionada gesta libertadora. Con datos precisos acuñados en la historia, señala y resalta citas de otros autores de las “GLORIAS DE MOMPOX” en esa época. Inicia entonces de esta manera la réplica al historiador cartagenero. 

Queriendo así mismo negar, la que de voz pública es eterna gloria de Mompox, en otro capítulo de su primer cuaderno, el señor Urueta movido acaso de afecciones conducidas más allá de los límites razonables, como diría algún viejo patriota, se expresa así: 
“Bolívar, que permanecía inactivo en Barranca, atacó y tomó a Tenerife sin orden de Labatut de quien dependía, y este combate fue el primero de una serie de victorias que terminaron con la toma de Caracas. De quinientos hombres se componía la expedición de Bolívar, en su mayor parte de Cartagena, y de las poblaciones ribereñas del Magdalena.” 

Todo el mundo lo sabe, y el mismo Libertador así lo dijo por su boca, “qué fue Mompox el origen de su gloria en Nueva Granada” (1) Hoja publicada en Cartagena. Imprenta de M, Guerrero. 

Destinado Bolívar a la comandancia de Barranca, merced al influjo de nuestro prócer el doctor Salazar, triunfante en Tenerife, los celos de su jefe le promovieron el juicio de un concejo marcial, y el futuro caudillo de la independencia americana tuvo que trasladarse a Mompox, entonces paladión del Estado. Aquí fue bien recibido, y adivinando en el joven al libertador de la patria, fue aclamado por comandante de armas de este Distrito militar, como lo dice el historiador Restrepo. 

Bolívar, después de haber anunciado su proyecto de llegar hasta Caracas, se puso en marcha con cuatrocientos hombres de Mompox y algunos compatriotas suyos emigrados. Baralt. Resumen de la historia de Venezuela. 

El mismo eminente autor dice en otra página, “Emprendió Bolívar su marcha a Venezuela con quinientos hombres. Eran estos los fieles Momposinos, cien hombres que Nariño había facilitado, y los cuadros del 3,4, y 5, batallón de la Unión que el Congreso concedió. 

En la “VIDA DEL LIBERTADOR” expone Larrazábal; “Voló Bolívar a Mompox y desalojó a los españoles de los puntos que guarnecían a la margen oriental del río. Cinco días marcados con victorias consecutivas llevaron a Bolívar hasta Ocaña. Allí principiaron sus brillantes hechos, sus hazañas inmortales. Y el que debía ser padre y libertador del mundo de Colón, emprendió al frente de cuatrocientos hombres su primera campaña de la libertad”. 

El general Vicente Gutiérrez de Piñeres, veterano de la independencia en sus “RECTIFICACIONES” a la biografía del ilustre D*Elhuyart, las cuales publicó en Bogotá hace cincuenta años, tratando del partido boliviano de Mompox por 1814, 1815 expresó así; “Falange que componían los Ribones, Cárcamos, Troncosos, Güillines, Castellanos, Lamiquis, Torres, Corrales, Valest, sujetos honrados y patriotas que con sus dineros y sus personas formaron la expedición que el libertador sacó de aquella ciudad (Mompox) para triunfar en la Grita, y abrirse la ruta que por una fabulosa cadena de hazañas y de triunfos, le llevó hasta Caracas su heroica patria nativa” 

En el discurso que escribió el respetable prócer, ilustrísimo señor Serrano, obispo de Santa Marta, cuando la entrega de los restos del libertador a Venezuela el 20 de noviembre de 1842, al hablar de la famosa campaña que emprendió Bolívar de esta ciudad en 1812, para ir a redimir su patria, se lee el siguiente apóstrofe; 

“Soldados veteranos de Mompox, vosotros fuisteis testigos de esta campaña gloriosa. Vosotros fuisteis sus compañeros de armas y le ayudasteis a recoger los laureles sagrados con abundancia en estas acciones memorables”. 

Recuérdese también, continua diciendo el historiador Pedro Salzedo Del Villar, la resolución del Senado (11 de mayo de 1874) en que dijo aquel augusto Cuerpo:…”donde en Mompox el libertador halló los primeros y más activos cooperadores de la lid redentora que emprendió en 1812. En la citada ley 36 que conmemora el 6 agosto de 1810, la Asamblea consignó también estos otros considerandos que copiamos en apoyo de nuestra aserción : “fue allí en Mompox donde encontró el libertador Simón Bolívar, parte de aquella falange de héroes, que formó la vanguardia invencible que llevó triunfante hasta Caracas el pendón de la libertad. Que todos estos hechos insignes merecieron que el ilustre Bolívar hiciera la apoteosis de la denodada Villa, dedicándole aquellas célebres palabras, -*si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria*. 

Al termino de este capítulo, donde el entrañable abuelo, defiende con vehemencia los días gloriosos de la ciudad que lo vio nacer, existe una imparcial recomendación del ilustre prócer de la independencia, don Antonio Leocadio Guzmán, respetable testigo de los sucesos de aquella época, e ilustre secretario del libertador, el cuál escribió una carta dirigida al director de la OPINION NACIONAL de Caracas, pidiendo publicar estos hechos históricos en el número 4.282 de ese diario, y que algunos apartes de dicha carta dice así: 
“Ni puedo, ni debo prescindir de las nobles y ardientes impresiones que alcancé a gozar, tan afortunadamente, en aquella edad radiante de grandes e insignes virtudes políticas y heroicidades legendarias, a que se refiere el impreso que tengo el gusto de acompañar a usted, publicado en Mompox con el titulo de GLORIAS DE MOMPOX – CUESTION HISTORICA, por el patriota Pedro Salzedo Del Villar. Es un memorándum honrosísimo para aquella ciudad llena de luz histórica, y muy digno de figurar entre los más importantes datos que deben ilustrar a nuestros futuros historiadores, ya que tan desgraciadamente los que han precedido, a pesar de su aptitudes, carecían de todos los elementos necesarios para transmitir a la posteridad el monumento que ella tiene el derecho a esperar de la anterior y de la presente generación”.

sábado, 16 de julio de 2016

Amor Eterno


Las flores rojas del jardín desolado se marchitaron por la ausencia de ella. El silencio de la casa deshabitada navegaba como un fantasma por los corredores teñidos de nostalgias. El aroma que brotaba de la cocina, que era como un bálsamo celestial, había desaparecido por completo. Las jaulas de los canarios estaban vacías, con ellos se habían volado las últimas notas de los amaneceres lluviosos. Era apenas el preámbulo de una zaga que se fue extinguiendo, para dejar sembrado en el alma, esa fotografía indeleble del ayer. Son como fantasmas que se duermen en los tejados que miran hacia el cielo y, se asoman cada vez que revuelvo el tiempo y sus pertenencias por esas calles vacías con olor a murciélagos, a flores de la estación. Sigo los pasos del tiempo, y el recuerdo de mi madre brota para taladrarme el alma, para sacarme una sonrisa, para verla de cuerpo presente, con esos ojos bellos, y esa mirada angelical que sosegaba mi espíritu. Se había enamorado perdidamente del capitán que una vez llego a ese puerto untado de gloria, para navegar en una felicidad prematura, ante la muerte inesperada de quien lo había sido todo para ella. Ante esa orfandad a destiempo el hogar se cobijó bajo el manto protector del amor, como único ingrediente capaz de curar las penas del alma. Era lo único que podía entregarnos, un don natural que brotaba de sus manos como el agua bendita de las iglesias. Hoy, cuando me veo en el espejo del alma y, evocó el tiempo cuando asido de su mano desperté al mundo, viene a mi memoria la última frase que sus labios pronunciaron cuando por última vez la vi:”José tú me quieres?   

Esa triste e inolvidable mañana del 16 de Julio, cuando el tiempo ha pasado sin darnos cuenta marcando el derrotero de la vida, la virgen Del Carmen te cerro los ojos para siempre, obedeciendo quizas esa suplica tuya cuando le pedias que el final de tus días tuviese la paz y la serenidad de una muerte tranquila. Esa mañana entre entre voladores que estallaban en el cielo y, la música celestial de las procesiones, en algún rincón de mi alma adolorida quedaría tu recuerdo grabado para siempre.  

domingo, 26 de junio de 2016

Copa América, El llanto de Jeremías


La última vez que lo vi, andaba yo por esos parajes olvidados de la patria donde el calor y la humedad se pueden agarrar con la mano y, el entorno esta arropado con un aroma inconfundible que brota de la tierra. Esa vez llovía torrencialmente, cuando por arte de magia apareció el portal de su estancia, donde pude protegerme del diluvio inesperado. Estaba sentado al lado del rustico fogón prendido con leña, cuando sin mirarme me invitó a sentarme al lado de la improvisada chimenea, ofreciéndome de paso el elixir, que según él lo mantenía vivo. Sus manos tenían las huellas de los estragos del tiempo y en su rostro se dibujaban las cicatrices del inclemente sol, pero sus ojos conservaban la bondad de quienes miran los amaneceres y atardeceres con la sonrisa en el corazón. En las paredes de su bohío de barro tenía colgados unos afiches arrugados y desteñidos de la mayoría de nuestros futbolistas, algunos con la camiseta del Junior de Barranquilla, otros de la selección Colombia. 

Esa casualidad fue quizás el detonante para cultivar una amistad que nació un día y, continuo bajo la premisa de hablar siempre de lo que le reconfortaba el espíritu y ayudaba amansar la soledad. Por eso cuando al final del desastre advertido en el juego contra la roja Chilena, Jeremías se apareció al otro lado de la línea, balbuceando palabras que no se entendían por los espasmos y sollozos de su incontenible llanto, tratando de decirme, que se había preparado como siempre lo hacía, rodeado de los mismos amigos de la comarca, alimentando la esperanza con gotas de un licor que el mismo maceraba en un viejo alambique y, que todos con su camiseta amarilla puesta le daban al instante cierta nota de patriotismo angelical. Que paso me preguntaba sin cesar, buscando las palabras acertadas para aliviar la impotencia de la película que había terminado allende la frontera, donde sus héroes se habían quedado con las manos vacías y, él navegaba en un mar sin ideas, como si no existiera. 

Así como Jeremías quedó el país después de la horrenda noche, porque como los ilusionistas nos han vendido la idea de que tenemos un equipo con oficio, con argumentos, cuando la realidad ha sido otra, esa que se desvirtúa cuando la improvisación se acaba y, no queda más que un puñado de guerreros deambulando por el campo de la batalla a falta de un libreto que los proteja. Por eso me duele el llanto del inconsolable Jeremías, me maltrata el uso indebido de los jugadores, me enerva la mentira que como pólvora se riega en boca de los comunicadores, pero nada de lo ocurrido me sorprende porque el desbarajuste era predecible.

sábado, 18 de junio de 2016

Copa América, El Rey fue David

Foto tomada de El Tiempo

Las miles de gargantas se enmudecieron cuando a escasos minutos para que el juego entre peruanos y colombianos terminara, el cancerbero Ospina magistralmente saco con la punta de los dedos una pelota que llevaba el sello de gol. Hubiese sido el mazazo para terminar con la esperanza de continuar con vida en esta versión de la copa América. 

Segundos después de esa proeza del ángel guardián, el permisivo silbato de nacionalidad argentina, señalaba el centro del campo dando por terminado el enredado y deslucido encuentro, de dos selecciones que en el pasado jugaban con una partitura escrita con letras doradas. El de hoy no es más que una afrenta contra las ideas venidas del banco, contra la inspiración. Por eso, a falta de una partitura que inflara las redes mediante la colectividad durante el trámite del juego, o aquella que va de la mano de la inspiración, la suerte se decidió por los fatídicos once pasos, para que Ospina terminara como el héroe de la jornada al detener un disparo de los Incas. 

Para mí el fútbol es un proceso colectivo donde tiene cabida las ideas perfumadas con la magia de las individualidades. En ella caben las ideas venidas del banco, esas que alejan el espectáculo del lado oscuro. Nuestra selección hace ratos carece de esos conceptos tácticos, de esos que alimentan la estructura de equipo para no sucumbir cuando las individualidades fallan. Esta selección no es capaz de hilvanar una idea que contemple la unificación de criterios con el buen trato a la pelota, para decirlo más fácil, no es capaz de hacer cuatro toques seguidos con la esquiva pecosa. En el lugar donde nacen las canciones, poblado por históricos con charreteras, la inspiración deambula sin orientación, como una brújula perdida, para que el remero solitario de la guarnición, como lo es Bacca, se pierda y se diluya también. No voy hablar de los cambios, porque en esta selección, dicha opción no resuelve nada, sencillamente porque la fiebre de este proceso no está en la sabana. 

El desajuste de la pasada copa América en Chile florece, para demostrar, así la alegría del momento oculte detrás del biombo la dura realidad, que en vez de avanzar, hemos retrocedido. En un juego desastroso, sin ideas, nuestra selección, sí, porque le pertenece a todo el país, así, la inefable corte argentina la tenga blindada, paso a la otra ronda porque esta vez el rey fue un ángel llamado David, porque su juego no dejo de ser una colcha de retazos.

domingo, 12 de junio de 2016

Del impredecible Junior a la soberbia de Pékerman


El día de ayer estuvo matizado por esas pasiones tan indescriptibles que solo el fútbol puede producir en el espíritu. La más contundente de todas, volver a ver al equipo que se lleva en el alma, como lo es el Junior de esta tierra bañada por rio y mar, clasificarse a una nueva final del rentado Colombiano por la fatídica vía de los nueve pasos. Un plato servido de sobremesa en la fría capital, cuando de la misma forma dejo tirado sobre el gramado al Millonarios capitalino. Esa vez, como en esta también, el ángel guardián de esa conquista fue un Uruguayo de nombre Sebastián, que ya es más barranquillero que el mismo Paseo Bolívar. Esta nueva versión del Junior de Alexis, tan impredecible en su accionar, pues unas veces toca el cielo con su fútbol de magia, ordenado, con ideas venidas del banco y la inspiración, para caer inexplicablemente en la colcha de retazos más inexplicable también. De esa manera esta nueva legión de jugadores construyo las ideas de esta versión de manos de un líder con sangre barranquillera. Mantenerse en la cima de la Liga Colombiana, lo convierten en un invitado de honor con pergaminos y charreteras. Arriba Junior, vamos por esa otra estrella!!!!

Pero la espuma del sentir de este juego, así como sube, también se desvanece para caer en menos de lo que canta un gallo, en un vacío desconsolador. Unas horas después, el orgullo y la arrogancia arroparon a la comitiva Argentina que dirige José Peckérman, para que de manera irresponsable, en plena competencia del torneo más duro por estos lares, colocara en el campo de juego una nómina totalmente nueva, ajena por su misma edad a estos menesteres. Había admirado en el estratega argentino, esa capacidad de equilibrio para justificar sus actuaciones en el campo humano, quizás las razones principales de su triunfo con la amarilla. Sus pergaminos como alimentador de jóvenes le dieron con los años el diploma que ostenta como formador de talentos. Esa virtud era quizás el candado de su protección, porque sus ideas en el campo de juego no han tenido el sello de la regularidad. Su tiquete más preciado, que lo protegía contra la adversidad, lo tiro por la borda al caer presa de esa arrogancia que nubla las ideas, al subestimar de un tajo al equipo de Costa Rica. Duro golpe para los 11 debutantes y, más certero el mazazo para quienes creyeron que en este torneo se puede venir a experimentar. Esperemos que este termómetro arrogante y soberbio de la comitiva extranjera sea solo una fiebre pasajera. A la Copa América se viene a competir con los que tienen horas de vuelo. No más ensayos señor Peckerman, nuestra selección se respeta.

Negro no dejes de cantar


Esta nota hace parte de las columnas Directo al Punto publicadas en el Heraldo, recopiladas en el libro ENCESTADOR DE NOSTALGIAS de mi autoría.

Hoy la reescribo y publico nuevamente como homenaje a mi gran amigo Edison Cristopher, que acaba de fallecer.



A mi amigo, hoy descansando en la paz del Señor.


Se había ido para San Andrés, ya en el otoño de su vida, a disfrutar de su pensión, pero la soledad lo consumió. No pudo amansar la nostalgia, y se enfermó del alma. Entonces se dedicó a contemplar ese mar de siete colores, pensando en el ayer, en ese pasado escondido en su corazón. Hoy, el negro grande, descomunal y con voz de trueno falleció en su entrañable Medellín, esa ciudad que una vez lo acogió como su hijo adoptivo. Saco del baúl de los recuerdos una nota que escribí en este espacio, como un homenaje al hombre que en este instante descansa en la Gloria de Dios.

“Esa pelota pasó por San Andrés, y cayó en Nicaragua”, exclamó Marcos Pérez Caicedo cuando la vio alejarse volando por los aires, en aquellos juegos Centroamericanos celebrados en Panamá en el año de 1979. La frase todavía tiene eco en el corazón de Cristopher. “Sandalio Quiñones era el pícher de Puerto Rico, y nos tenía dominados, pues perdíamos dos por cero” me dijo levantando los ojos al cielo, como queriendo buscar las palabras adecuadas para recordar aquel instante inolvidable. “Habíamos llenado las bases, y le tocaba el turno a Bartolo Gaviria, pero Manía Torres, ese viejo zorro que hizo grande el béisbol colombiano de esa época, me llamó y me dijo: Negro en tus manos está el juego. Sandalio estaba crecido en el montículo, tenía una mirada de fuego, y estaba lanzando piedras. La primera bola fue un strike que no la vi, la segunda una recta que botaba humo, solo recuerdo al coach de la inicial gritándome emocionado, corre negro, corre negro, que la sacaste del estadio, ese día le ganamos a la Isla del Encanto cuatro a dos”.

Este sanandresano, inmenso de estatura, con voz de miedo, hijo adoptivo de Medellín, hizo de la actividad del músculo, el canto diario para alegrar la vida. Entre el baloncesto y el béisbol, escribió su acontecer con letras gigantes e inolvidables como él, ancladas entre las montañas de su tierra prometida. En esa ciudad, lejos del cautivador encanto de su isla natal. Sembró también los cimientos para que sus hijos caminaran y acariciaran el sendero de su huella eterna. Los homenajes recibidos en esa tierra agradecida, ya en el crepúsculo de su vida, son una muestra fehaciente de admiración por el hombre grande de estatura e inmenso de corazón.

Ya retirado, acariciando la brisa de su mar incomparable, viviendo de los recuerdos, entre el sol y los colores indescriptibles de su bella isla, escribiendo sobre la arena sus memorias, me dijo con esa misma voz de espanto de siempre: “Aquella vez que le hice los cuarenta puntos a México en esos centroamericanos del 54 o 55, la prensa resaltó la hazaña diciendo: Un negro desconocido, el
verdugo de México”. Si negro, como dice la canción, “Parece que fue ayer” que dejaste de ser desconocido, el tiempo no pasa en vano, sigue cantando y soñando entre los atardeceres multicolores de tu isla de encanto, y el cautivador paisaje de tus verdes montañas.

Negro, esta nota la escribí sabiendo que ya descansas en el cielo, en la paz de Dios. Lo hice con el propósito de recordarte por siempre.

lunes, 6 de junio de 2016

Alí, para siempre


De él no se supo más nada después que la terrible enfermedad del Parkinson apareció para minar su endiablada vitalidad. De vez en cuando se le veía en apariciones esporádicas ocultando su tristeza con unas gafas oscuras. Ya no era ni sombra de aquella figura arrogante, que vociferaba a cuatro vientos que era el más bello y, que su figura atlética era parecida a los gladiadores de antes, con la diferencia que era inalcanzable, pues el danzaba como mariposa y picaba como abeja. 

Su grandeza como hombre y boxeador comenzó aquella vez que tiro al río la medalla Olímpica que orgulloso se había ganado para su país, porque no lo dejaron entrar a un restaurante exclusivo para blancos. Fue cuando dijo que sería el más grande de todos, dentro y fuera del ring. Su nombre de pila, que pertenecía al pasado esclavo, lo cambio por el de Mohamed Ali, dándole inicio a la historia más grande que deportista alguno haya realizado. Bailando en el ensogado como si fuese una pista de baile, con un estilo inigualable e irrepetible,  libro batallas épicas que son recordadas por expertos cronistas como las más memorables. 

En mi memoria están todas, porque en esos tiempos de juventud soñadora, el “bocasas” como le decían se convirtió en ese ídolo, que a esa temprana edad todos anhelamos. Aquella contra Frazier es quizás la más sangrienta de todas, se habían dado hasta con el balde como se dice en el argot de los puños, tan fiera fue, que aseguran que Ali salió para el hospital orinando sangre y, muchos afirman que hasta se desmayó. Pero hay un suceso digno de una escena cinematográfica, cuando ambos boxeadores extenuados llegaron al último asalto de los 15 disputados. Cuenta Angeló Dunde, un zorro de la esquina, que cuando Ali llego al fatídico banco donde se cuecen los sueños, este le dijo con el poco aliento que le quedaba, que no iba más, que esto era inhumano…la grandeza del instante se refleja en el ojo clínico del viejo entrenador que se da cuenta que en la otra esquina también Vivian el mismo drama, fue cuando sin pensarlo dos veces le dijo: levántate, ponte de pies, que los de enfrente van a tirar la toalla. Una anécdota que quedara guardada en los anales de la historia como la batalla épica protagonizada por dos mortales en el ring, coronada por la sapiencia de quien más tarde afirmaría que lo sucedido esa noche realmente fue inhumano. Ali, para siempre, al panteón de los inmortales.