Escondido en el baúl de los recuerdos, como la mayoría de hechos y sucesos acaecidos en la vieja Villa de Mompox, cuna de heroicas gestas a favor de la libertad del yugo español, apareció en hora buena, a escasos días de celebrarse la conmemoración del bicentenario de nuestra independencia, el libro-folleto escrito por mi abuelo en el año de 1887, titulado, GLORIAS DE MOMPOX, que no es más qué una elocuente y valiosísima reseña histórica, escrita en él más puro de los lenguajes, en defensa de los actos heroicos del noble pueblo en aquella época, y que hoy toman protagonismo con motivo del bicentenario independista. Menciona el viejo abuelo los hechos ocurridos con motivo del primer grito de independencia, dado en Mompox el 6 de agosto de 1810, las disputas con Cartagena por dicha proclamación y la reafirmación del protagonismo de los valerosos momposinos en la gesta libertadora.
Por su extensión, como es lógico, solo reseñaré algunos apartes de esta obra inédita, no sin antes agradecer a los académicos historiadores momposinos, señor Oscar Arques Vannestrales y Ernesto Jaramillo, su interés de buscar con la lámpara de Diógenes, esta obra guardada en el olvido.
“La gloria de un pueblo adquirida por las virtudes de sus hijos y valor de sus héroes, y a precio de la sangre de sus mártires, no es fácil destruirla. La historia, depósito del pasado, llevará a los venturosos años las que son de Mompox grandes memorias. Más si ella faltare aquí a su sagrado deber, no por ello habían de perecer en la eterna noche del olvido, quedarán corazones de recto proceder que las guardarán en su fondo y lenguas que las publicarán donde quiera.”
Mompox Marzo 16 de 1887
Pedro Salzedo Del Villar
INTRODUCCIÓN
MAGNI PRAESENCIA VERI VIRGILIO
Al honrar nuestro escrito principiando por estas palabras del inmortal poeta de la Eneida hemos querido significar el deseo sincero que nos mueve. El amor a la verdad es lo que nos pone hoy en la necesidad de escribir, dura para nosotros; más ella nos guía, lumbre qué más se enciende, cuanto más se sopla en ella, en las oscuridades del error, resplandece siempre iluminándolo todo, haciéndolas desaparecer a sus destellos maravillosos, como las tinieblas huyen a la vuelta del sol. Con razón el sublime fundador de la Academia la llamó cuerpo cuya sombra es la ley. “Los que ocultan la verdad son unos como ateos”. Nosotros no temeremos a la sentencia de Sócrates.
Desde qué leímos el capítulo qué empieza, “DESAVENENCIAS CON MOMPOX”, en el cuaderno titulado “CARTAGENA Y SUS CERCANIAS” , formamos el propósito de replicar, porque hallamos en aquellos renglones mucha falta de verdad. Si por ajenas causas diferimos para otra ocasión defender el derecho y el nombre de ciudad valerosa, como lo hemos hecho en pasadas oportunidades, venido a nuestras manos un nuevo libro con el título LOS MARTIRES DE CARTAGENA, qué contiene apuntes biográficos de las ilustres víctimas del 24 de febrero, y viendo en los que tocan al coronel Pantaleón Germán Ribón, caudillo de las armas de Mompox en la famosa contienda, qué más qué noticia de nuestro prócer, es ocasión aprovechada para injustos reproches, pues en ellos están reproducidos inoportunamente algunos apartes del capítulo qué dejamos citado, aumentándoles con nuevos conceptos no menos desfavorables al nombre de nuestros padres, y que rebajan el mérito y la gloria verdadera de este pueblo, nos hemos decidido a escribir la intentada refutación.
Temerosos a la vez de creernos nosotros mismos responsables de aquellas opiniones, si como podemos, no las impugnáramos, de las inexactitudes de que desgraciadamente adolecen las enunciadas publicaciones, con la anhelada esperanza también de que ellas se corrijan, no dejaremos ya de cumplir nuestro deber. Ellas “revisten carácter histórico “, dice su autor. Más la historia ha de ser verídica e imparcial, para que no falte a la imprescindible obligación de su sagrado magisterio. Al contar el pasado, no olvidemos esta urgente necesidad, ni paguemos tampoco tributo a la pasión, para poder decir repitiendo a Teopompo de Quio, como lo hizo el historiador lisbonés al empezar el prólogo de su mejor obra, “Si buscas la verdad, yo te convido a que la leas”.
Goethe, el gran genio alemán, en el libro de “Los Pensamientos”, nos ha dejado dicho entre sus máximas y reflexiones, “el historiador tiene dos deberes que llenar, uno para con el mismo, el otro para con el lector, debe examinar, prescindiendo de él, con cuidado, lo que puede suceder, y en cuanto al lector, establecer sólidamente lo que ha sucedido”.
Cuando narró las guerras de sus compatriotas contra los Persas, Heródoto, mirado como el padre de la historia, no calló, entre las causas de aquéllas, ni la intriga de Demócedes, ni la traición de Aristagore; y Tuucídides al escribir su historia “de la guerra del Peloponeso·”, una de las obras maestras de la antigüedad, no se desdeñó de dar su mérito a los espartanos y encumbrar su fabuloso valor en la defensa de Esfacteria, y alabó las cualidades guerreras de su propio antagonista vencedor en la Tracia. Quien oculta la verdad, niega la justicia.
DICE EL CAPITULO DE LAS DESAVENENCIAS.
“Mompox es una ciudad benemérita que durante la guerra de independencia contribuyó con sus sacrificios a la obra de la emancipación, los momposinos todos son guardianes celosos de estas glorias, y este sentimiento ha sido explotado por lo que, ya consolidada la independencia, había deseado obtener los favores de ese generoso pueblo. Con tal propósito, ciertos individuos, han pretendido hacer creer, que la ciudad donde primero se inició la independencia fue Mompox, pero esto no pasa de ser una invención”.
Todos sabemos, y sería ingratitud no reconocerlo así, que la iniciativa de la independencia nació del memorable alzamiento popular de 1781, y es a Galán, el célebre comunero, a quien se debe el primero, esta heroica manifestación. La humorada artificiosa del señor Urueta, (que así llamaremos, para no calificarla de otro modo), de opinar como lo ha hecho a cerca de la suma candidez de nosotros, le dio paso a tomar intencionadamente por insustanciales condiciones la genial bondad y desapego de este pueblo; más no ha advertido, olvidándose de tácito, que su mal encubierto disimulo, más bien perjudica a su concepto. Los muchos testimonios que citamos aquí para rebatir los errores históricos, y la pasión manifiesta del expresado autor, son todos de personas idóneas, y que por sus merecimientos, su respetabilidad y elevada posición no necesitaron de lisonjear a los incautos momposinos, para explotar a favor de ella, su celo por las glorias de la ciudad Valerosa.
Empezaremos por hacer notar que el señor Urueta, incurre en sus dos referidas publicaciones, en contradicciones, en que quizás no ha reparado, por ser ambas inexactas aserciones.
“”El 20 de julio de 1810 en Santafé de Bogotá, se verificó la revolución contra las autoridades españolas establecidas allí, y se formó una junta de gobierno que asumió la dirección de los asuntos públicos, reconociendo a Fernando VII como monarca, y al Concejo de Regencia, como representante de éste, mientras durase la cautividad del Rey. La noticia de este suceso llegó
a Mompox y allí, inmediatamente reunido el Cabildo se adhirió al pronunciamiento de Santafé. (6 de agosto de 1810).”
Esto dice en su primer cuaderno, y en la otra publicación se expresa de este modo;
“Al saberse en Mompox, que en Bogotá, había ocurrido un movimiento revolucionario, que daba en tierra con la autoridad del Virrey, y que la Junta de Santafé invitaba a las Provincias a que enviaran a sus representantes, cierto partido compuesto de hombres a quien mortificaba recibir órdenes de otros, a quienes consideraban sus iguales, resolvió independizar el Corregimiento de Mompoix, del cantón capitular de Cartagena, verificándose tal hecho el 6 de agosto de 1810.”
En Mompox el 6 de agosto de 1810 el Cabildo y el pueblo, PROCLAMARON LA INDEPENDENCIA ABSOLUTA DE LA ESPAÑA. Si esta revolución no tuvo el patriótico móvil de una separación de la Metrópoli y de la santa libertad, como en aquel glorioso día los Capitulares de la Villa inscribieron en sus escarapelas el sublime de Dios y la Independencia, elocuentes palabras con que el grande anciano de Ferney bendijo al nieto de Franklin, cuando este egregio libertador americano preséntaselo al sabio filósofo para que le inspirase el espíritu más conveniente.
José María Gutiérrez. El bravo tribuno, apellidado “El Fogoso” en el Cabildo ordinario del 9 de agosto de 1810, dijo así en su enérgico discurso que empezó con estas palabras del salmista, ·”Laqueus contritus est et nos liberati sumus. Estamos en el tiempo de expresar las cosas con las palabras que las significan. Ya no somos esclavos, somos libres, algo más que libres, y por lo mismo nadie deberá extrañar el lenguaje de claridad con que me enuncio.
En la reunión del 10 de agosto de 1810, mirando el “Fogoso” en el gran cuadro al óleo que adornaba la sala del ayuntamiento, y que representaba las armas de Castilla, exclamó. “No me parece señores, decoroso que en esta sala que hoy debemos de mirar como el sagrario de los derechos de este
pueblo, nos rodeen aún las imágenes de dependencia y de la esclavitud. Yo pido que se borren de este cuadro las armas de la nación que nos oprimía, que sobre esos mundos y al lado de esa hermosa americana, símbolo de nuestro reino, se pinte a la liberad restituyendo a las columnas de Hércules, arrancando así trescientos años por las manos de la usurpación y el despotismo. A los pies de la imagen de la libertad pueden ir las cadenas de nuestros mayores tiranos, y en el aire algunos genios coronando de flores las de nuestras víctimas más memorables”.
Estas bellísimas palabras bastaran por sí solas para convencer al más reacio, de que si es verdad que el 6 de agosto de 1810, rompió Mompox los lazos del vasallaje colonial, declarando su absoluta independencia. Y si hemos de creer a aquellos dos preclaros ciudadanos, a quien el pueblo momposino aclamó en el primer día de su gloria, vocales de su ilustre ayuntamiento, habremos de creer también, que no fue aquel suceso un acto de despecho, ni de ruines pasiones.
Al termino de este capítulo donde el abuelo relata con hechos contundentes, que si fue Mompox la primera ciudad en dar ese grito de independencia, termina con algunos rasgos de la biografía que publicó “ la Bagatela”, el célebre periódico de Antonio Nariño, y que así se lee, “En estos días de delicias para Gutiérrez en su elevada posición de maestro de la juventud, y jefe de un establecimiento importante (1), aparece la aurora del 6 de agosto de 1810, anunciando la trasformación política y el imperio de la libertad” Esto dijera en 1811 el libertador de Cundinamarca. (1) El doctor José María Gutiérrez, era rector del colegio Universidad de San Pedro Apóstol.
CAPITULO VII
EN DEFENSA DE LOS VALEROSOS MOMPOSINOS.
En el capítulo VII del mismo libro, refiriéndose a los inicios de la campaña libertadora, el historiador se refiere a quienes quisieron desconocer la participación de Mompox en la mencionada gesta libertadora. Con datos precisos acuñados en la historia, señala y resalta citas de otros autores de las “GLORIAS DE MOMPOX” en esa época. Inicia entonces de esta manera la réplica al historiador cartagenero.
Queriendo así mismo negar, la que de voz pública es eterna gloria de Mompox, en otro capítulo de su primer cuaderno, el señor Urueta movido acaso de afecciones conducidas más allá de los límites razonables, como diría algún viejo patriota, se expresa así:
“Bolívar, que permanecía inactivo en Barranca, atacó y tomó a Tenerife sin orden de Labatut de quien dependía, y este combate fue el primero de una serie de victorias que terminaron con la toma de Caracas. De quinientos hombres se componía la expedición de Bolívar, en su mayor parte de Cartagena, y de las poblaciones ribereñas del Magdalena.”
Todo el mundo lo sabe, y el mismo Libertador así lo dijo por su boca, “qué fue Mompox el origen de su gloria en Nueva Granada” (1) Hoja publicada en Cartagena. Imprenta de M, Guerrero.
Destinado Bolívar a la comandancia de Barranca, merced al influjo de nuestro prócer el doctor Salazar, triunfante en Tenerife, los celos de su jefe le promovieron el juicio de un concejo marcial, y el futuro caudillo de la independencia americana tuvo que trasladarse a Mompox, entonces paladión del Estado. Aquí fue bien recibido, y adivinando en el joven al libertador de la patria, fue aclamado por comandante de armas de este Distrito militar, como lo dice el historiador Restrepo.
Bolívar, después de haber anunciado su proyecto de llegar hasta Caracas, se puso en marcha con cuatrocientos hombres de Mompox y algunos compatriotas suyos emigrados. Baralt. Resumen de la historia de Venezuela.
El mismo eminente autor dice en otra página, “Emprendió Bolívar su marcha a Venezuela con quinientos hombres. Eran estos los fieles Momposinos, cien hombres que Nariño había facilitado, y los cuadros del 3,4, y 5, batallón de la Unión que el Congreso concedió.
En la “VIDA DEL LIBERTADOR” expone Larrazábal; “Voló Bolívar a Mompox y desalojó a los españoles de los puntos que guarnecían a la margen oriental del río. Cinco días marcados con victorias consecutivas llevaron a Bolívar hasta Ocaña. Allí principiaron sus brillantes hechos, sus hazañas inmortales. Y el que debía ser padre y libertador del mundo de Colón, emprendió al frente de cuatrocientos hombres su primera campaña de la libertad”.
El general Vicente Gutiérrez de Piñeres, veterano de la independencia en sus “RECTIFICACIONES” a la biografía del ilustre D*Elhuyart, las cuales publicó en Bogotá hace cincuenta años, tratando del partido boliviano de Mompox por 1814, 1815 expresó así; “Falange que componían los Ribones, Cárcamos, Troncosos, Güillines, Castellanos, Lamiquis, Torres, Corrales, Valest, sujetos honrados y patriotas que con sus dineros y sus personas formaron la expedición que el libertador sacó de aquella ciudad (Mompox) para triunfar en la Grita, y abrirse la ruta que por una fabulosa cadena de hazañas y de triunfos, le llevó hasta Caracas su heroica patria nativa”
En el discurso que escribió el respetable prócer, ilustrísimo señor Serrano, obispo de Santa Marta, cuando la entrega de los restos del libertador a Venezuela el 20 de noviembre de 1842, al hablar de la famosa campaña que emprendió Bolívar de esta ciudad en 1812, para ir a redimir su patria, se lee el siguiente apóstrofe;
“Soldados veteranos de Mompox, vosotros fuisteis testigos de esta campaña gloriosa. Vosotros fuisteis sus compañeros de armas y le ayudasteis a recoger los laureles sagrados con abundancia en estas acciones memorables”.
Recuérdese también, continua diciendo el historiador Pedro Salzedo Del Villar, la resolución del Senado (11 de mayo de 1874) en que dijo aquel augusto Cuerpo:…”donde en Mompox el libertador halló los primeros y más activos cooperadores de la lid redentora que emprendió en 1812. En la citada ley 36 que conmemora el 6 agosto de 1810, la Asamblea consignó también estos otros considerandos que copiamos en apoyo de nuestra aserción : “fue allí en Mompox donde encontró el libertador Simón Bolívar, parte de aquella falange de héroes, que formó la vanguardia invencible que llevó triunfante hasta Caracas el pendón de la libertad. Que todos estos hechos insignes merecieron que el ilustre Bolívar hiciera la apoteosis de la denodada Villa, dedicándole aquellas célebres palabras, -*si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria*.
Al termino de este capítulo, donde el entrañable abuelo, defiende con vehemencia los días gloriosos de la ciudad que lo vio nacer, existe una imparcial recomendación del ilustre prócer de la independencia, don Antonio Leocadio Guzmán, respetable testigo de los sucesos de aquella época, e ilustre secretario del libertador, el cuál escribió una carta dirigida al director de la OPINION NACIONAL de Caracas, pidiendo publicar estos hechos históricos en el número 4.282 de ese diario, y que algunos apartes de dicha carta dice así:
“Ni puedo, ni debo prescindir de las nobles y ardientes impresiones que alcancé a gozar, tan afortunadamente, en aquella edad radiante de grandes e insignes virtudes políticas y heroicidades legendarias, a que se refiere el impreso que tengo el gusto de acompañar a usted, publicado en Mompox con el titulo de GLORIAS DE MOMPOX – CUESTION HISTORICA, por el patriota Pedro Salzedo Del Villar. Es un memorándum honrosísimo para aquella ciudad llena de luz histórica, y muy digno de figurar entre los más importantes datos que deben ilustrar a nuestros futuros historiadores, ya que tan desgraciadamente los que han precedido, a pesar de su aptitudes, carecían de todos los elementos necesarios para transmitir a la posteridad el monumento que ella tiene el derecho a esperar de la anterior y de la presente generación”.