domingo, 5 de junio de 2016

Copa América, Las pinceladas de Brasil


El desolado fútbol de hoy está montado en una estructura publicitaria, único medio eficaz que le permite mantenerlo vivo con ganancias extraordinarias, así el espectáculo en la cancha se reduzca a la pobreza franciscana que nos ofrecen. El anunciado juego del año de la rutilante Liga de Campeones, no fue más que una vitrina publicitaria, porque su contenido, la esencia misma, no fue más que una colcha de retazos. Un juego que pasó sin pena ni gloria. La alegría del ayer, del fútbol vistoso y lírico  se ha perdido, para darle paso a los esquemas mezquinos de hoy. 

La Copa América, uno de los torneos más viejos del planeta, donde el fútbol de gala ha sido el pan de cada día, lucha por no caer en esa línea robotizada del momento. Equipos con pergaminos en el orbe mundial, le dan la categoría a este torneo que debiera ser por la calidad de sus integrantes un dechado de virtudes. El perfume y la magia que arroparon a sus selecciones, debiera ser la punta de lanza para que este deporte de multitudes despierte de su letargo. 

En el debut de las anunciadas selecciones, donde la nuestra el triunfo es su única carta de identificación, pues de futbol fue poco lo que ofreció, con el ingrediente que en este país debes decir lo que todos quieren oír, so pena de convertirte en un francotirador. El día que los triunfos no lleguen, se darán cuenta que nos quedamos sin nada. Como le está haciendo falta Teófilo y Vladimir. El plato servido desde el caluroso verano del país del Norte, tiene los mismos ingredientes que hemos venido afirmando, algunas selecciones queriendo agradar y, otras aun amarradas al libreto de la negación, como le sucede a Costa Rica, donde la fuerza y los argumentos defensivos que arropan el lado oscuro del espectáculo son su carta de presentación. Perú, queriendo recobrar los argumentos del pasado, con un fútbol agresivo y vistoso. Paraguay, rival directo, con un equipo renovado tratando de darle mejor manejo a la pelota, buscando otras opciones, que el consabido pelotazo aéreo. La incógnita estaba en el Brasil de Dunga, que olvidando sus raíces como máximos exponentes del fútbol arte, se contagiaron con el presente, echando por la borda un legado que solo les pertenece a ellos. Pero el inicio tuvo sus bondades, ante un fuerte y disciplinado rival como lo es Ecuador, Brasil tuvo instantes de haber recobrado la memoria de ese juego colectivo con ciertas tonadas, que pueden ser un aviso reconfortante para quienes añoramos a magia de días pasados. En el tintero quedan la espectacular Chile, la cotizada Argentina y, el México del paisano Osorio.

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