domingo, 26 de junio de 2016

Copa América, El llanto de Jeremías


La última vez que lo vi, andaba yo por esos parajes olvidados de la patria donde el calor y la humedad se pueden agarrar con la mano y, el entorno esta arropado con un aroma inconfundible que brota de la tierra. Esa vez llovía torrencialmente, cuando por arte de magia apareció el portal de su estancia, donde pude protegerme del diluvio inesperado. Estaba sentado al lado del rustico fogón prendido con leña, cuando sin mirarme me invitó a sentarme al lado de la improvisada chimenea, ofreciéndome de paso el elixir, que según él lo mantenía vivo. Sus manos tenían las huellas de los estragos del tiempo y en su rostro se dibujaban las cicatrices del inclemente sol, pero sus ojos conservaban la bondad de quienes miran los amaneceres y atardeceres con la sonrisa en el corazón. En las paredes de su bohío de barro tenía colgados unos afiches arrugados y desteñidos de la mayoría de nuestros futbolistas, algunos con la camiseta del Junior de Barranquilla, otros de la selección Colombia. 

Esa casualidad fue quizás el detonante para cultivar una amistad que nació un día y, continuo bajo la premisa de hablar siempre de lo que le reconfortaba el espíritu y ayudaba amansar la soledad. Por eso cuando al final del desastre advertido en el juego contra la roja Chilena, Jeremías se apareció al otro lado de la línea, balbuceando palabras que no se entendían por los espasmos y sollozos de su incontenible llanto, tratando de decirme, que se había preparado como siempre lo hacía, rodeado de los mismos amigos de la comarca, alimentando la esperanza con gotas de un licor que el mismo maceraba en un viejo alambique y, que todos con su camiseta amarilla puesta le daban al instante cierta nota de patriotismo angelical. Que paso me preguntaba sin cesar, buscando las palabras acertadas para aliviar la impotencia de la película que había terminado allende la frontera, donde sus héroes se habían quedado con las manos vacías y, él navegaba en un mar sin ideas, como si no existiera. 

Así como Jeremías quedó el país después de la horrenda noche, porque como los ilusionistas nos han vendido la idea de que tenemos un equipo con oficio, con argumentos, cuando la realidad ha sido otra, esa que se desvirtúa cuando la improvisación se acaba y, no queda más que un puñado de guerreros deambulando por el campo de la batalla a falta de un libreto que los proteja. Por eso me duele el llanto del inconsolable Jeremías, me maltrata el uso indebido de los jugadores, me enerva la mentira que como pólvora se riega en boca de los comunicadores, pero nada de lo ocurrido me sorprende porque el desbarajuste era predecible.

sábado, 18 de junio de 2016

Copa América, El Rey fue David

Foto tomada de El Tiempo

Las miles de gargantas se enmudecieron cuando a escasos minutos para que el juego entre peruanos y colombianos terminara, el cancerbero Ospina magistralmente saco con la punta de los dedos una pelota que llevaba el sello de gol. Hubiese sido el mazazo para terminar con la esperanza de continuar con vida en esta versión de la copa América. 

Segundos después de esa proeza del ángel guardián, el permisivo silbato de nacionalidad argentina, señalaba el centro del campo dando por terminado el enredado y deslucido encuentro, de dos selecciones que en el pasado jugaban con una partitura escrita con letras doradas. El de hoy no es más que una afrenta contra las ideas venidas del banco, contra la inspiración. Por eso, a falta de una partitura que inflara las redes mediante la colectividad durante el trámite del juego, o aquella que va de la mano de la inspiración, la suerte se decidió por los fatídicos once pasos, para que Ospina terminara como el héroe de la jornada al detener un disparo de los Incas. 

Para mí el fútbol es un proceso colectivo donde tiene cabida las ideas perfumadas con la magia de las individualidades. En ella caben las ideas venidas del banco, esas que alejan el espectáculo del lado oscuro. Nuestra selección hace ratos carece de esos conceptos tácticos, de esos que alimentan la estructura de equipo para no sucumbir cuando las individualidades fallan. Esta selección no es capaz de hilvanar una idea que contemple la unificación de criterios con el buen trato a la pelota, para decirlo más fácil, no es capaz de hacer cuatro toques seguidos con la esquiva pecosa. En el lugar donde nacen las canciones, poblado por históricos con charreteras, la inspiración deambula sin orientación, como una brújula perdida, para que el remero solitario de la guarnición, como lo es Bacca, se pierda y se diluya también. No voy hablar de los cambios, porque en esta selección, dicha opción no resuelve nada, sencillamente porque la fiebre de este proceso no está en la sabana. 

El desajuste de la pasada copa América en Chile florece, para demostrar, así la alegría del momento oculte detrás del biombo la dura realidad, que en vez de avanzar, hemos retrocedido. En un juego desastroso, sin ideas, nuestra selección, sí, porque le pertenece a todo el país, así, la inefable corte argentina la tenga blindada, paso a la otra ronda porque esta vez el rey fue un ángel llamado David, porque su juego no dejo de ser una colcha de retazos.

domingo, 12 de junio de 2016

Del impredecible Junior a la soberbia de Pékerman


El día de ayer estuvo matizado por esas pasiones tan indescriptibles que solo el fútbol puede producir en el espíritu. La más contundente de todas, volver a ver al equipo que se lleva en el alma, como lo es el Junior de esta tierra bañada por rio y mar, clasificarse a una nueva final del rentado Colombiano por la fatídica vía de los nueve pasos. Un plato servido de sobremesa en la fría capital, cuando de la misma forma dejo tirado sobre el gramado al Millonarios capitalino. Esa vez, como en esta también, el ángel guardián de esa conquista fue un Uruguayo de nombre Sebastián, que ya es más barranquillero que el mismo Paseo Bolívar. Esta nueva versión del Junior de Alexis, tan impredecible en su accionar, pues unas veces toca el cielo con su fútbol de magia, ordenado, con ideas venidas del banco y la inspiración, para caer inexplicablemente en la colcha de retazos más inexplicable también. De esa manera esta nueva legión de jugadores construyo las ideas de esta versión de manos de un líder con sangre barranquillera. Mantenerse en la cima de la Liga Colombiana, lo convierten en un invitado de honor con pergaminos y charreteras. Arriba Junior, vamos por esa otra estrella!!!!

Pero la espuma del sentir de este juego, así como sube, también se desvanece para caer en menos de lo que canta un gallo, en un vacío desconsolador. Unas horas después, el orgullo y la arrogancia arroparon a la comitiva Argentina que dirige José Peckérman, para que de manera irresponsable, en plena competencia del torneo más duro por estos lares, colocara en el campo de juego una nómina totalmente nueva, ajena por su misma edad a estos menesteres. Había admirado en el estratega argentino, esa capacidad de equilibrio para justificar sus actuaciones en el campo humano, quizás las razones principales de su triunfo con la amarilla. Sus pergaminos como alimentador de jóvenes le dieron con los años el diploma que ostenta como formador de talentos. Esa virtud era quizás el candado de su protección, porque sus ideas en el campo de juego no han tenido el sello de la regularidad. Su tiquete más preciado, que lo protegía contra la adversidad, lo tiro por la borda al caer presa de esa arrogancia que nubla las ideas, al subestimar de un tajo al equipo de Costa Rica. Duro golpe para los 11 debutantes y, más certero el mazazo para quienes creyeron que en este torneo se puede venir a experimentar. Esperemos que este termómetro arrogante y soberbio de la comitiva extranjera sea solo una fiebre pasajera. A la Copa América se viene a competir con los que tienen horas de vuelo. No más ensayos señor Peckerman, nuestra selección se respeta.

Negro no dejes de cantar


Esta nota hace parte de las columnas Directo al Punto publicadas en el Heraldo, recopiladas en el libro ENCESTADOR DE NOSTALGIAS de mi autoría.

Hoy la reescribo y publico nuevamente como homenaje a mi gran amigo Edison Cristopher, que acaba de fallecer.



A mi amigo, hoy descansando en la paz del Señor.


Se había ido para San Andrés, ya en el otoño de su vida, a disfrutar de su pensión, pero la soledad lo consumió. No pudo amansar la nostalgia, y se enfermó del alma. Entonces se dedicó a contemplar ese mar de siete colores, pensando en el ayer, en ese pasado escondido en su corazón. Hoy, el negro grande, descomunal y con voz de trueno falleció en su entrañable Medellín, esa ciudad que una vez lo acogió como su hijo adoptivo. Saco del baúl de los recuerdos una nota que escribí en este espacio, como un homenaje al hombre que en este instante descansa en la Gloria de Dios.

“Esa pelota pasó por San Andrés, y cayó en Nicaragua”, exclamó Marcos Pérez Caicedo cuando la vio alejarse volando por los aires, en aquellos juegos Centroamericanos celebrados en Panamá en el año de 1979. La frase todavía tiene eco en el corazón de Cristopher. “Sandalio Quiñones era el pícher de Puerto Rico, y nos tenía dominados, pues perdíamos dos por cero” me dijo levantando los ojos al cielo, como queriendo buscar las palabras adecuadas para recordar aquel instante inolvidable. “Habíamos llenado las bases, y le tocaba el turno a Bartolo Gaviria, pero Manía Torres, ese viejo zorro que hizo grande el béisbol colombiano de esa época, me llamó y me dijo: Negro en tus manos está el juego. Sandalio estaba crecido en el montículo, tenía una mirada de fuego, y estaba lanzando piedras. La primera bola fue un strike que no la vi, la segunda una recta que botaba humo, solo recuerdo al coach de la inicial gritándome emocionado, corre negro, corre negro, que la sacaste del estadio, ese día le ganamos a la Isla del Encanto cuatro a dos”.

Este sanandresano, inmenso de estatura, con voz de miedo, hijo adoptivo de Medellín, hizo de la actividad del músculo, el canto diario para alegrar la vida. Entre el baloncesto y el béisbol, escribió su acontecer con letras gigantes e inolvidables como él, ancladas entre las montañas de su tierra prometida. En esa ciudad, lejos del cautivador encanto de su isla natal. Sembró también los cimientos para que sus hijos caminaran y acariciaran el sendero de su huella eterna. Los homenajes recibidos en esa tierra agradecida, ya en el crepúsculo de su vida, son una muestra fehaciente de admiración por el hombre grande de estatura e inmenso de corazón.

Ya retirado, acariciando la brisa de su mar incomparable, viviendo de los recuerdos, entre el sol y los colores indescriptibles de su bella isla, escribiendo sobre la arena sus memorias, me dijo con esa misma voz de espanto de siempre: “Aquella vez que le hice los cuarenta puntos a México en esos centroamericanos del 54 o 55, la prensa resaltó la hazaña diciendo: Un negro desconocido, el
verdugo de México”. Si negro, como dice la canción, “Parece que fue ayer” que dejaste de ser desconocido, el tiempo no pasa en vano, sigue cantando y soñando entre los atardeceres multicolores de tu isla de encanto, y el cautivador paisaje de tus verdes montañas.

Negro, esta nota la escribí sabiendo que ya descansas en el cielo, en la paz de Dios. Lo hice con el propósito de recordarte por siempre.

lunes, 6 de junio de 2016

Alí, para siempre


De él no se supo más nada después que la terrible enfermedad del Parkinson apareció para minar su endiablada vitalidad. De vez en cuando se le veía en apariciones esporádicas ocultando su tristeza con unas gafas oscuras. Ya no era ni sombra de aquella figura arrogante, que vociferaba a cuatro vientos que era el más bello y, que su figura atlética era parecida a los gladiadores de antes, con la diferencia que era inalcanzable, pues el danzaba como mariposa y picaba como abeja. 

Su grandeza como hombre y boxeador comenzó aquella vez que tiro al río la medalla Olímpica que orgulloso se había ganado para su país, porque no lo dejaron entrar a un restaurante exclusivo para blancos. Fue cuando dijo que sería el más grande de todos, dentro y fuera del ring. Su nombre de pila, que pertenecía al pasado esclavo, lo cambio por el de Mohamed Ali, dándole inicio a la historia más grande que deportista alguno haya realizado. Bailando en el ensogado como si fuese una pista de baile, con un estilo inigualable e irrepetible,  libro batallas épicas que son recordadas por expertos cronistas como las más memorables. 

En mi memoria están todas, porque en esos tiempos de juventud soñadora, el “bocasas” como le decían se convirtió en ese ídolo, que a esa temprana edad todos anhelamos. Aquella contra Frazier es quizás la más sangrienta de todas, se habían dado hasta con el balde como se dice en el argot de los puños, tan fiera fue, que aseguran que Ali salió para el hospital orinando sangre y, muchos afirman que hasta se desmayó. Pero hay un suceso digno de una escena cinematográfica, cuando ambos boxeadores extenuados llegaron al último asalto de los 15 disputados. Cuenta Angeló Dunde, un zorro de la esquina, que cuando Ali llego al fatídico banco donde se cuecen los sueños, este le dijo con el poco aliento que le quedaba, que no iba más, que esto era inhumano…la grandeza del instante se refleja en el ojo clínico del viejo entrenador que se da cuenta que en la otra esquina también Vivian el mismo drama, fue cuando sin pensarlo dos veces le dijo: levántate, ponte de pies, que los de enfrente van a tirar la toalla. Una anécdota que quedara guardada en los anales de la historia como la batalla épica protagonizada por dos mortales en el ring, coronada por la sapiencia de quien más tarde afirmaría que lo sucedido esa noche realmente fue inhumano. Ali, para siempre, al panteón de los inmortales.    

Copa América, El México de Osorio


Dicen que es intenso, que habla todo el tiempo de fútbol, que transpira esquemas tácticos, que se acuesta pensando y soñando en los movimientos de su equipo, que es tan obstinado, que escribe papelitos a los jugadores en plena faena. Revoluciono el futbol de su país Colombia, con el equipo Nacional, apuntándole a un cambio táctico en su manera de jugar y, buscando el equilibrio físico y emocional, jugando con nominas paralelas. De esa manera se ganó todo en la liga local, demostrando de paso que estaba preparado para grandes retos. Hasta ese momento no había colgado en su hombro charretera alguna, simplemente, un técnico ganador con el verde de la montaña. 

Cuando le propusieron dirigir a México, andaba por Brasil, dictando cátedra de cómo se montaba una plataforma deportiva. No lo pensó dos veces y se enganchó  en semejante reto. La historia ustedes la conocen, el profe está invicto y, tiene al pueblo mexicano feliz, después de la contundente demostración de buen fútbol contra el peso pesado de Uruguay. Según los entendidos, el mejor partido jugado hasta la fecha. Con el mismo esquema usado en Nacional, se desbordo en elogios con el manejo del balón, haciendo de su táctica un dechado de virtudes que sus jugadores se saben de memoria. En tan poco tiempo, ha vendido su idea de futbol total, colocándole de esa manera la impronta de su pensamiento, quizás, el logro más meritorio de un entrenador. Lo de ahora, es una combinación de la garra que los ha caracterizado, con una mezcla de técnica y táctica que brota en cada rincón de la cancha. Qué bueno que un técnico Colombiano sea el protagonista de ese renacer vistoso en una selección que comienza también a tener asidero por estos lados.   

domingo, 5 de junio de 2016

Copa América, Las pinceladas de Brasil


El desolado fútbol de hoy está montado en una estructura publicitaria, único medio eficaz que le permite mantenerlo vivo con ganancias extraordinarias, así el espectáculo en la cancha se reduzca a la pobreza franciscana que nos ofrecen. El anunciado juego del año de la rutilante Liga de Campeones, no fue más que una vitrina publicitaria, porque su contenido, la esencia misma, no fue más que una colcha de retazos. Un juego que pasó sin pena ni gloria. La alegría del ayer, del fútbol vistoso y lírico  se ha perdido, para darle paso a los esquemas mezquinos de hoy. 

La Copa América, uno de los torneos más viejos del planeta, donde el fútbol de gala ha sido el pan de cada día, lucha por no caer en esa línea robotizada del momento. Equipos con pergaminos en el orbe mundial, le dan la categoría a este torneo que debiera ser por la calidad de sus integrantes un dechado de virtudes. El perfume y la magia que arroparon a sus selecciones, debiera ser la punta de lanza para que este deporte de multitudes despierte de su letargo. 

En el debut de las anunciadas selecciones, donde la nuestra el triunfo es su única carta de identificación, pues de futbol fue poco lo que ofreció, con el ingrediente que en este país debes decir lo que todos quieren oír, so pena de convertirte en un francotirador. El día que los triunfos no lleguen, se darán cuenta que nos quedamos sin nada. Como le está haciendo falta Teófilo y Vladimir. El plato servido desde el caluroso verano del país del Norte, tiene los mismos ingredientes que hemos venido afirmando, algunas selecciones queriendo agradar y, otras aun amarradas al libreto de la negación, como le sucede a Costa Rica, donde la fuerza y los argumentos defensivos que arropan el lado oscuro del espectáculo son su carta de presentación. Perú, queriendo recobrar los argumentos del pasado, con un fútbol agresivo y vistoso. Paraguay, rival directo, con un equipo renovado tratando de darle mejor manejo a la pelota, buscando otras opciones, que el consabido pelotazo aéreo. La incógnita estaba en el Brasil de Dunga, que olvidando sus raíces como máximos exponentes del fútbol arte, se contagiaron con el presente, echando por la borda un legado que solo les pertenece a ellos. Pero el inicio tuvo sus bondades, ante un fuerte y disciplinado rival como lo es Ecuador, Brasil tuvo instantes de haber recobrado la memoria de ese juego colectivo con ciertas tonadas, que pueden ser un aviso reconfortante para quienes añoramos a magia de días pasados. En el tintero quedan la espectacular Chile, la cotizada Argentina y, el México del paisano Osorio.

sábado, 4 de junio de 2016

Copa América, patética realidad


La euforia del instante por el triunfo alcanzado se esconde en la patética realidad de sus dos goles que simbolizan lo escaso de ideas de esta nueva partitura, pero que señalan la realidad del momento. Una selección que dejo de jugar bajo la premisa de los libretos que amalgaman el buen fútbol, para esconderse en esa pobreza dúctil y práctica del instante. Una manera que tiene contento a todos porque se ganó y, en estos torneos cortos eso es válido. Un fútbol que castra la filosofía del buen pie, sobre todo en la zona medular donde se cocinan las ideas, sencillamente porque algunos de ellos no están en la posición correcta para buscar el equilibrio como es el caso de Cardona y James. Los dos con ciertas características para ordenar, no reciben la etiqueta del 10 que permita ubicarse en el todo terreno para ser el líder de las ideas. Cardona con más estampa para arropar con su perfume esa zona prodigiosa, sería el líder ideal para esta selección que aun navega sin un verdadero capitán. Jugando muchas veces al pelotazo, donde Bacca es un gladiador combativo más, es fácil adivinar porque Teo no puede estar en esta nueva manera de jugar, pues la magia y el buen juego no hacen parte de este nuevo libreto. Dos goles que parecen de otro partido, pero que dibujan la realidad mezquina del instante, sobre todo, cuando los resultados se miran bajo la lupa que muestra la realidad. Sigamos soñando.