jueves, 19 de mayo de 2016

El arte de escribir


Este espacio que nació gracias a mi buena amiga Cindy, pues fue ella con sus argumentos de joven en la onda del Internet, quien me convenció para que continuara escribiendo por intermedio de este Blog, después que el periódico EL HERALDO me cerrara las puertas para continuar con mi columna DIRECTO AL PUNTO. De esa manera continúo haciendo lo que más me gusta, con la recompensa inmensa de llegar a un gran número de personas, que es a la larga la satisfacción que recibimos quienes alimentamos el espíritu con estas notas. Del inventario de los hechos vividos y de la imaginación trato de hacer de este espacio algo diferente a la bataola que nos arropas este diario vivir.

Hoy, mucho tiempo después de aquel día cuando por primera vez la vio, guarda en su corazón el dulce encanto de esa mirada que lo embriago por completo. Las hojas del calendario han caído lentamente, pero nada de aquel palpitar inesperado se ha perdido cuando por las cosas del destino se la encuentra en el mismo sitio cuando un día la conoció. Un amor que se  escondió en el silencio de las miradas furtivas y que se desgajo por completo cuando una mañana sin proponérselo se la quedó mirando y la beso con tanta pasión y ternura, que aquella estampa del ayer, cada uno la guarda en su alma como un lienzo inacabable que dibujan en su imaginación cuando las miradas se entrelazan en el silencio cómplice de los recuerdos. Ella aún conserva el encanto que lo embrujo aquel día cuando la beso, por eso cuando en el camino la ve a la distancia, se arropa con el recuerdo de aquellos instantes cuando juntos contaban las estrellas del firmamento y se decían las cosas que se dicen los enamorados cuando la pasión del instante se duerme. Es cuando quiere desahogar su espíritu con los recuerdos del ayer, para sentir de cerca los latidos de su corazón, su aliento que parece fuego y, poder besarla con la misma fuerza de aquel lejano día. Sería esa la única forma de  decirle lo que su alma escondida tiene. Un amor embotellado que naufrago a merced del tiempo, pero que se perdió en el vaivén de las olas del mar, para quedar escondido en cualquier lugar del mundo. Desojar el tiempo con letras fundidas en la imaginación es también una manera de escribir.

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