Este espacio que nació gracias a mi
buena amiga Cindy, pues fue ella con sus argumentos de joven en la onda del Internet, quien me convenció para que continuara escribiendo por intermedio de
este Blog, después que el periódico EL HERALDO me cerrara las puertas para
continuar con mi columna DIRECTO AL PUNTO. De esa manera continúo haciendo lo
que más me gusta, con la recompensa inmensa de llegar a un gran número de
personas, que es a la larga la satisfacción que recibimos quienes alimentamos
el espíritu con estas notas. Del inventario de los hechos vividos y de la
imaginación trato de hacer de este espacio algo diferente a la bataola que nos
arropas este diario vivir.
Hoy, mucho tiempo después de aquel día cuando
por primera vez la vio, guarda en su corazón el dulce encanto de esa mirada que
lo embriago por completo. Las hojas del calendario han caído lentamente, pero
nada de aquel palpitar inesperado se ha perdido cuando por las cosas del
destino se la encuentra en el mismo sitio cuando un día la conoció. Un amor que
se escondió en el silencio de las
miradas furtivas y que se desgajo por completo cuando una mañana sin
proponérselo se la quedó mirando y la beso con tanta pasión y ternura, que
aquella estampa del ayer, cada uno la guarda en su alma como un lienzo
inacabable que dibujan en su imaginación cuando las miradas se entrelazan en el
silencio cómplice de los recuerdos. Ella aún conserva el encanto que lo embrujo
aquel día cuando la beso, por eso cuando en el camino la ve a la distancia, se
arropa con el recuerdo de aquellos instantes cuando juntos contaban las
estrellas del firmamento y se decían las cosas que se dicen los enamorados
cuando la pasión del instante se duerme. Es cuando quiere desahogar su espíritu
con los recuerdos del ayer, para sentir de cerca los latidos de su corazón, su
aliento que parece fuego y, poder besarla con la misma fuerza de aquel lejano
día. Sería esa la única forma de decirle
lo que su alma escondida tiene. Un amor embotellado que naufrago a merced del
tiempo, pero que se perdió en el vaivén de las olas del mar, para quedar
escondido en cualquier lugar del mundo. Desojar el tiempo con letras fundidas
en la imaginación es también una manera de escribir.

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