El
fútbol como propuesta única todavía no se ve, pero lo hasta ahora realizado es
suficiente para que la alegría haya regresado. El verano a que fuimos sometidos
por las opacas presentaciones anteriores, nos hacían ver como un equipo
irregular, cuyo puntaje en la tabla de posiciones de esta dura eliminatoria nos
colocaba en el sitio donde Las esperanzas por buscar la clasificación a Rusia
eran pocas. Pero en estas cosas del fútbol, como lo hemos repetido muchas
veces, lo que es verdad hoy, mañana puede ser mentira, como los magos de los
circos, el profesor Pekerman saco la carta ganadora de su manga, para depositar
en la caja registradora estos seis puntos de oro y, así devolverle la alegría y
la esperanza al pueblo colombiano. Acertado en la escogencia del plantel,
ratificó en el último juego la lucidez del momento, por esa nómina con ideas
ofensivas, y obligaciones defensivas que puso sobre el gramado del
Metropolitano. Y digo, obligaciones, porque todavía no veo en el equipo una
estructura sólida defensiva colectiva, me da la impresión que los jugadores se
comprometen en el uno a uno, se sienten cómodos y seguros, por eso pienso que
son ellos los que proporcionan el estilo, no las ideas venidas del banco. Y
quizás sea más lo más práctico, por esas cosas del tiempo, porque el trabajo en
defensa requiere de mucho entrenamiento y, este calendario, es una ofensa para
esos procesos. Jugando a lo simple, sin la propuesta de equipo con oficio, por
esos mismos gajes de este infame calendario, le apuesta al bendito contraataque
como arma principal de su esquema ofensivo. La mayoría de sus goles nacen de
ese estilo o arma letal, donde los tres mosqueteros, como lo son Bacca, James y
Cuadrado son letales. A esa fiesta del ataque por sorpresa se le junta Cardona,
pieza fundamental en este nuevo esquema y, compañero de armas de James. La
faena por el carril izquierdo, donde dejo sembrado a dos ecuatorianos en virtud
de una gambeta al mejor estilo de los punteros del ayer, todavía queda en la
retina por la magia del instante, pero que se dimensiona porque la pelota
hipnotizada besa el pie de Sebastián y se anida en la red contraria. Un gol de
antología. Esta elección permitió ver a
un James bondadoso en su estilo, donde se sintió seguro y cómodo,
convirtiéndose en eje fundamental de esa forma de atacar, lo que sirvió para
que Quintero, entrenador de Ecuador, dijera que en ese juego, Colombia había
sido el rey del contra ataque. En este nuevo renacer con jugadores jóvenes en
la nómina, la cosecha de esos seis puntos han sido vitales para aligerar el
camino. Le decía a mi amigo Ramón Jesurum, en la antesala del inobjetable
triunfo, que su gestión al frente de esa pasión que lo arropa por lo que hace,
tenía siempre la protección de la buena estrella. No me equivoque.

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