Esta mañana de este 12 de Abril, cuando los rayos del sol
apenas caían tenuemente sobre la ciudad dormida, tu incomparable voz quebró los
cimientos y el alma de esta urbe, que incrédula aún, se conformaba entre
sollozos oír el repicar de tu garganta prodigiosa narrar con tu inconfundible
estilo el gol de tu patria querida. En silencio durante todo el día, con la
piel erizada y el corazón apretado, volví a recordar aquellas gestas que
estaban dormidas por esa acción inexorable del tiempo pero que fueron suficientes
para afirmar que ya eres inmortal. El país hoy se rindió a tus pies para
homenajearte como el más grande de todos, como el mejor, como el incomparable.
Como te lo dije, la última vez que hablamos por teléfono, cuando tu agradecido
me llenaste de elogios por la columna que te dedique y titule COLOMBIA MI
PATRIA QUERIDA, que aparece en mi libro ENCESTADOR DE NOSTALGIAS, “no hubo un
rincón de la patria que no se estremeciera con ese cantico que hacia que las
cuerdas sensibles del ser taladraran el alma, para convertirlas en un cumulo
inexplicable de sensaciones. Una voz que vibraba para hacer de su oficio un
cantico con tonadas de magia y fantasía”. La muerte que llega sin avisar te
arropo con su manto para colocarte en el panteón de los grandes, sencillamente,
porque con ese estilo y forma de narrar llegaste al corazón de la patria, para
hacer de ella un torrente incontrolable de emociones. Eso fue suficiente para
que hoy, estés en el corazón de todos los colombianos. PAZ EN TU TUMBA.

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