El departamento de Bolívar, que desde hace ratos le apostó a
fortalecer su aparato deportivo mediante gestión y voluntad política, ocupo en
las pasadas justas el cuarto lugar, una meta hace años inalcanzable en esta
región del país. Ese logro, le permite con justa causa pedir la sede para los
próximos en el 2019. Pero lo que resulta inadmisible, lejos de todo contexto
serio, es que nuestro departamento se haya atrevido a solicitarlo también,
cuando todos sabemos que en esa materia hace ratos perdimos el año. Hacer la
fiesta, para que otros la bailen, está muy lejos de aquel slogan que una vez
Atlántico mostraba con orgullo y, que una vez llevamos a los juegos nacionales
de Ibagué, “Atlántico, al son que me toquen bailo”. Cuando la vergüenza se
pierde, nos volvemos cínicos.

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