
La frase le salió ese día, para definir, con esa sapiencia
innata que se gastaba, lo que para él era el compendio del jugador con magia,
ese que marcaba la diferencia. Llovía torrencialmente y, el paraje a merced del
agua que se desgajaba del cielo, había recobrado el intenso verdor de los
campos asoleados y, un olor a tierra mojada se esparcía por el ambiente húmedo
y taciturno de la tarde. Anastasio, aquel jugador que una vez partió de esa
tierra del olvido en busca de la tierra prometida, escribió su historia con
letras doradas en otros países, para un día, cuando la magia ya no tenía el
encanto y el hechizo de tiempos idos, regreso a la tierra que lo vio nacer,
donde sin quererlo se convirtió en el oráculo viviente de ese pueblo que le
sacaba canciones a las historias del viejo jugador de fútbol. Para el, que tenía
la piel curtida por las jornadas del entrenamiento del ayer, el jugador con sabiduría,
ese que encantaba y, se asemejaba a un hechicero por esa deslumbrante manera de
jugar, poseía el don de saber que iba hacer o, de adivinar, antes que la pelota
le llegara a los pies, por eso el afirmaba que a esos, hoy en extinción los
rotulaba con esa frase de “el antes de”. Se pueden contar con los dedos de la
mano y , quedan sobrando dedos afirmaba, mientras el aguacero disminuía su
furia y, una brisa helada que bajaba de la montaña, apareció, para darle al
instante el encanto natural de esas tierras aromadas con las flores silvestres.
El último de esa estirpe, que brilló con luz propia, fue el Pibe Valderrama y,
mucho antes que él, cuando el futbol colombiano lo adornaban figuras estelares,
sobresalieron con ese rotulo, el maestro Arboleda, Alfonso Cañón, Maravilla
Gamboa, el maestro Arango, Alejandro Brand y muchos otros. Hablar del fútbol de
hoy y del ayer, era el bálsamo que servía para aliviar las penas, mientras las
horas de la tarde se desvanecían con los rayos del sol. El, que había hecho de
la “pecosa” su entrañable amiga, que había concebido goles con etiquetas
doradas, que en su memoria guarda como un monologo ausente las jornadas de las
tardes con frenesí, criticaba las tardes desoladas del fútbol local y, esa
ausencia de jugadores con el sello de adivinos. “El antes de” paso a la
historia, decía, esos nacen cada vez que San Juan agache el dedo. Caída la
noche, cuando los ánimos se dormían bajo el sereno que brillaba con la luz de
la luna, la radio anunciaba que guerrilleros armados estaban haciendo
proselitismo, que la policía estaba sumida en un escándalo de marca mayor por
cuestiones de sexo y, que los niños de la Guajira se están muriendo de hambre….