La visión quimera, la fantasía, la ilusión, se desmorono, para que de un tajo, se destapara lo que había permanecido oculto por esos caprichos inexplicables del fútbol, que te permiten avanzar gracias a los números, a los resultados mentirosos, porque de solidez táctica, era poco o nada lo que se estaba viendo. Aun así, la alegría desbordada, era el elixir que mantenía viva la esperanza, hasta que ya no se pudo más, para que el detonador estallara y mostrara la realidad que hace ratos se vislumbraba. Ganaba, pero no jugaba bien, un ponqué peligroso que se convirtió en el común denominador de las últimas presentaciones de los dirigidos por Peckerman.
La euforia comandada por micrófonos mentirosos le ponía mordazas a quienes desde la otra orilla criticaban la falta de oficio de la selección, calificándolos de francotiradores. La tropa Argentina es intocable para muchos. La presentación contra la desgastada y taciturna Argentina, prendió las alarmas sobre las garrafales equivocaciones de Peckerman, tanto en la escogencia de sus jugadores, como en la dirección de su equipo. Improvisando, dejando en el banco al de las ideas, ejecutando cambios equivocados, y sobre todo, continuar jugando a nada, porque nuestra selección no tiene oficio, juega sin idea táctica que le permita arropar el instante cuando la noche es negra. Los equipos con oficio llevan esta partitura adherida a la piel. Nuestra selección en estos momentos es un barco a la deriva en su accionar de conjunto, es tan grave su accionar colectiva, que le ha mojado la pólvora a los atacantes colombianos, su fútbol sin ideas ha hecho que nuestros artilleros deambulen como animas en pena en el territorio de ellos. Señor, Peckerman, Su selección, esa que Ud esconde hasta el delirio, que pone y quita jugadores como si estuvieran en feria de exposición, es una colcha de retazos.
Yo siempre he creído que el conductor del barco, es el responsable absoluto de lo que en el suceda, no sé qué estará pensando Ud., ni mucho menos los directivos, en este caso el Doctor Ramón Jesurun, como presidente de La Federación, lo único cierto es y, eso se lo puedo asegurar estadísticamente, que si el técnico fuera de los nuestros, es decir colombiano, hoy dejaría de serlo. Para resumir esta debacle, que desde hace ratos se veía venir, hoy, no solo no ganamos, sino que se nos olvidó jugar al fútbol. EL ESPEJISMO SE DESVANECIÓ.

