miércoles, 16 de noviembre de 2016

El espejismo se desvaneció


La visión quimera, la fantasía, la ilusión, se desmorono, para que de un tajo, se destapara lo que había permanecido oculto por esos caprichos inexplicables del fútbol, que te permiten avanzar gracias a los números, a los resultados mentirosos, porque de solidez táctica, era poco o nada lo que se estaba viendo. Aun así, la alegría desbordada, era el elixir que mantenía viva la esperanza, hasta que ya no se pudo más, para que el detonador estallara y mostrara la realidad que hace ratos se vislumbraba. Ganaba, pero no jugaba bien, un ponqué peligroso que se convirtió en el común denominador de las últimas presentaciones de los dirigidos por Peckerman. 

La euforia comandada por micrófonos mentirosos le ponía mordazas a quienes desde la otra orilla criticaban la falta de oficio de la selección, calificándolos de francotiradores. La tropa Argentina es intocable para muchos. La presentación contra la desgastada y taciturna Argentina, prendió las alarmas sobre las garrafales equivocaciones de Peckerman, tanto en la escogencia de sus jugadores, como en la dirección de su equipo. Improvisando, dejando en el banco al de las ideas, ejecutando cambios equivocados, y sobre todo, continuar jugando a nada, porque nuestra selección no tiene oficio, juega sin idea táctica que le permita arropar el instante cuando la noche es negra. Los equipos con oficio llevan esta partitura adherida a la piel. Nuestra selección en estos momentos es un barco a la deriva en su accionar de conjunto, es tan grave su accionar colectiva, que le ha mojado la pólvora a los atacantes colombianos, su fútbol sin ideas ha hecho que nuestros artilleros deambulen como animas en pena en el territorio de ellos. Señor, Peckerman, Su selección, esa que Ud esconde hasta el delirio, que pone y quita jugadores como si estuvieran en feria de exposición, es una colcha de retazos. 

Yo siempre he creído que el conductor del barco, es el responsable absoluto de lo que en el suceda, no sé qué estará pensando Ud., ni mucho menos los directivos, en este caso el Doctor Ramón Jesurun, como presidente de La Federación, lo único cierto es y, eso se lo puedo asegurar estadísticamente, que si el técnico fuera de los nuestros, es decir colombiano, hoy dejaría de serlo. Para resumir esta debacle, que desde hace ratos se veía venir, hoy, no solo no ganamos, sino que se nos olvidó jugar al fútbol. EL ESPEJISMO SE DESVANECIÓ.

sábado, 12 de noviembre de 2016

El castillo se desmorona

Selección Colombia en la era de Maturana
Ataviado con los recuerdos del ayer, viviendo casi en la clandestinidad por razones de su nuevo oficio, que nada tiene que ver con lo que ha sido su pasión, Francisco Maturana, el gestor del fútbol con oficio, aquel que seducía, cuya partitura le dio un sentido de pertenencia para bautizarlo con pinceladas mágicas inolvidables, mantiene con este servidor un dialogo sincero y directo sobre el escenario desértico de este desconocido presente de nuestra selección. Respetuoso, pero con la verdad en la mano hemos desmenuzado los aciertos y altibajos de este grupo de excelentes jugadores al mando de la tropa argentina. Todas ellas, para no catalogarlo de “francotirador” como asegura con su parsimonia reconocida para hablar, las he guardado en el tintero, sencillamente, por respeto al que he considerado el mejor entrenador que ha tenido este país. Pero ahora que el castillo se desmorona ante la mirada impávida de muchos, le escribí, a mi modo, con mi estilo, sobre este presente aterrador, con el propósito de oír la voz del erudito, y su respuesta en la adversidad, fue esa misma que lo ha distinguido como el caballero del talante diferente en este país de víboras.

“Hola Pacho. La estampa amarilla de esa noble hinchada comienza a despertar de ese letargo a que ha sido sometida a expensas de la realidad inocultable de hoy. El espejismo se derrumba para mostrar la verdad que han querido ocultar. Los francotiradores ya no se cuentan con los dedos de la mano. Las voces del inconformismo se asoman clamando por las notas extraviadas del ayer. Esas tonadas que aún se escuchan ausentes de ese pasado escrito con letras doradas, perdidos en la aridez de este presente aterrador. Ni un asomo de la magia sustentada como partitura de aquellos días cuando el director de la orquesta eras tú. Duele más cuando este desolado instante lo quieren maquillar detrás de un micrófono de alta sintonía, mentiroso y embaucador. El silencio de la mancha amarilla en ese estadio que conoces bien, es una muestra palpable del inconformismo de un pueblo que ama el fútbol cuando este esta poseído de ese aroma inexplicable que brota del alma y el corazón. Lo de hoy se asemeja a una colcha de retazos. El espíritu del ayer sigue untado en la piel. Solo eso nos queda. Un abrazo.”

“Hola José. Un saludo, me siento como un huérfano, o un viudo privilegiado al sentir con tanta claridad y belleza literaria denuncias de este momento, y me emociono con ello, son unas aspirinas que no tienen el común para mitigar”.