El viejo adagio dice que un pueblo sin memoria está destinado a desaparecer. Sus anhelos y costumbres deben permanecer escritos con tinta indeleble para que no se olviden. Deben reposar para siempre en el espíritu, para que caminen por el sendero de las generaciones. La vieja Villa de Mompox ha sido fiel a esa tradición, conmemorando de manera especial su ya reconocida Semana Santa. En estos tiempos, cuando la semana santa, no se sabe si es santa o no, en Mompox la tradición de sus infinitas procesiones ha permanecido intacta. Por eso, muchos afirman, que la fe del catolicismo, la adquirieron al compás de ese culto de llevar las imágenes en andas por sus hirvientes calles. Hoy, cuando la Ruta del Sol la coloca como la Joya por conquistar, dado que a ella convergen los destinos de esa grandiosa ruta para sacarla del aislamiento donde durmió por siglos y, darle el pergamino de sitio turístico por excelencia, el ruido de la vieja matraca y el sonido de la trompeta del nazareno se volverán a escuchar advirtiendo que también es tiempo de recogimiento. Entre cantos y rezos la semana mayor, tan especial para el mundo cristiano, en esta Villa el esplendor del ayer permanece intacto. Una combinación perfecta para arroparse con el olor a incienso y conocer de primera mano porque este terruño ostenta la condecoración de Patrimonio de la Humanidad.
LA PIEDRA EN EL ZAPATO.
Sus siete iglesias que han permanecido incólume a través del tiempo, son una muestra palpable del poder religioso que ha dirigido su destino. Congregaciones y comunidades desde la época de los virreyes vivieron en sus viejos claustros. Jesuitas, Franciscanos y Dominicos se repartieron los oficios para hacer de esta comunidad prenda de garantía de la fe católica. Pero la leyenda que por estos parajes no es gratuita, deja entrever que los padres Dominicos, los mismos que hoy ocupan el claustro e iglesia de Santo Domingo y, que han puesto en tela de juicio la espiritualidad de la Semana Santa de Mompox, como se puede observar por las redes sociales, hace quinientos años San Luis Bertran dio inicio a esas discrepancias cuando afirmó con su lapidaria frase el total divorcio con la comunidad de ese entonces: “De Mompox ni el polvo”, dicen que se sacudió las sandalias y se marchó. Hoy, en cabeza de su director, la comunidad de los Dominicos se han convertido en la piedra en el zapato al no estar de acuerdo con los rituales y procesiones que por estos días caminan por sus calles al compás de la música. Es una celebración que se saben de memoria, sacan la imagen de una iglesia, para levarla entre canticos y velas encendidas a otra iglesia. Por las redes sociales le han dicho al sacerdote que se vaya de la población sino comulga con sus costumbres, esas que ya pertenecen al contexto cultural. La frase desprevenida pero válida para la ocasión, resume lo que para el raizal significan la conmemoración de su semana mayor: “Nosotros aprendimos a rezar a punta de procesiones…”.
EL NAZARENO EN VALLADOLID.
Mientras los ánimos se apaciguan, con la esperanza de que la procesión del Santo Ecce Homo y la Virgen de las Angustias se puedan reunir en la plaza de Santo Domingo, la ciudad de Valladolid celebra la IV exposición de personajes, símbolos y objetos de ciudades que conserven la tradición. Mompox y Popayan hacen parte de ese grupo selecto. La muestra del nazareno trompetero se pasea por la península Ibérica, como una señal de ese celo por la conservación de su patrimonio.
MOMPOX TURISTICA.
Las facilidades para llegar a esta población ubicada en la llamada depresión momposina, están dadas por la estructura vial de la Ruta del Sol, que permite llegar sin afujías a esta joya colonial. Jean P Bezudo, conocedor de la plataforma turística del país, coloca a este recinto colonial como el nuevo destino para visitar, quienes desean untarse y arroparse con la nostalgia del ayer y, para aquellos que buscan la aventura de viajes cargados de sorpresas. Desde este domingo de Ramos, hasta el otro de resurrección, Mompox entre foráneos y conocidos navegara en un sopor especial, donde la música sacra, el tañido de sus campanas y, el sonido de la trompeta del nazareno dormirán para siempre en los rincones de la vieja ciudad.
