Las flores rojas del jardín desolado se marchitaron por la ausencia de ella. El silencio de la casa deshabitada navegaba como un fantasma por los corredores teñidos de nostalgias. El aroma que brotaba de la cocina, que era como un bálsamo celestial, había desaparecido por completo. Las jaulas de los canarios estaban vacías, con ellos se habían volado las últimas notas de los amaneceres lluviosos. Era apenas el preámbulo de una zaga que se fue extinguiendo, para dejar sembrado en el alma, esa fotografía indeleble del ayer. Son como fantasmas que se duermen en los tejados que miran hacia el cielo y, se asoman cada vez que revuelvo el tiempo y sus pertenencias por esas calles vacías con olor a murciélagos, a flores de la estación. Sigo los pasos del tiempo, y el recuerdo de mi madre brota para taladrarme el alma, para sacarme una sonrisa, para verla de cuerpo presente, con esos ojos bellos, y esa mirada angelical que sosegaba mi espíritu. Se había enamorado perdidamente del capitán que una vez llego a ese puerto untado de gloria, para navegar en una felicidad prematura, ante la muerte inesperada de quien lo había sido todo para ella. Ante esa orfandad a destiempo el hogar se cobijó bajo el manto protector del amor, como único ingrediente capaz de curar las penas del alma. Era lo único que podía entregarnos, un don natural que brotaba de sus manos como el agua bendita de las iglesias. Hoy, cuando me veo en el espejo del alma y, evocó el tiempo cuando asido de su mano desperté al mundo, viene a mi memoria la última frase que sus labios pronunciaron cuando por última vez la vi:”José tú me quieres?
Esa triste e inolvidable mañana del 16 de Julio, cuando el tiempo ha pasado sin darnos cuenta marcando el derrotero de la vida, la virgen Del Carmen te cerro los ojos para siempre, obedeciendo quizas esa suplica tuya cuando le pedias que el final de tus días tuviese la paz y la serenidad de una muerte tranquila. Esa mañana entre entre voladores que estallaban en el cielo y, la música celestial de las procesiones, en algún rincón de mi alma adolorida quedaría tu recuerdo grabado para siempre.
